Nuestros cuerpos son baterías… Y el sol es el cargador definitivo Dr. Mann (Interstellar, 2014)
Un tenue dolor de cabeza, el cuerpo entumecido y una intensa sed, eso es que estamos a punto de llegar y los criocontroladores han comenzado la fase de descongelación. Se puede decir que soy un veterano en estas circunstancias, así que se que no tengo que intentar moverme todavía si no quiero tener las extremidades doloridas durante semanas. Lo que si puedo es abrir los ojos. Estas cámaras transparentes son realmente un avance. Tampoco es que haya mucho que ver: una especie de almacén con miles de cámaras como la mía perfectamente alineadas. Justo enfrente empezaban a salir los oficiales de sus cámaras. Alguno debía ser novato porque caminaba con dificultad. Enseguida distinguí al general que caminaba erguido examinando cómo despertaba su ejército dando órdenes a sus subordinados que se precipitaban a cumplir. Uno de ellos estaba recorriendo mi fila de cámaras golpeando el cristal. Los más inexpertos se apresuraron a salir de las cámaras y comenzaron a tambalearse con gestos de dolor, sin atreverse a gritar y se colocaron firmes frente a sus cámaras. Yo me tomé mi tiempo, mastiqué la pastilla que había conseguido en el mercado negro pero que suponía una gran diferencia con las que nos iban a dar más adelante contra la deshidratación. Después de más de veinte misiones uno empieza a conocer las limitaciones de la intendencia militar y muchas veces una pequeña inversión supone la diferencia entre volver de una misión o no volver. Cuando me coloqué junto a la cámara ya estaba casi todo el mundo fuera. Muchos casi no se tenian en pie, pero todo el mundo intentaba mantener una pose lo más marcial posible.
Sobre la inmensa cúpula transparente del hangar de las cámaras criogénicas, el almacén de desgraciados como lo llamábamos nosotros, el brillo de las estrellas y rozando el límite de la superficie acristalada asomaba tímidamente el planeta al que nos dirigíamos. Hace años que había desaparecido la emoción de la anticipación de conocer un lugar nuevo en el universo y lo único que me interesaba es el dossier de supervivencia y el estudio del terreno. Un dossier que por cierto no me gustaba especialmente porque era demasiado escueto, aunque los indicadores mostraban una atmósfera parcialmente respirable y una flora y fauna relativamente inofensiva en el lugar en el que íbamos a realizar el acercamiento final. El planeta fue creciendo poco a poco sobre la cúpula según entrábamos en la atmósfera. Había que reconocer que no era de los más desagradables con los que me había topado en mi carrera militar, pero eso no hacía ninguna diferencia. Nos pusieron en fila para dirigirnos a los barracones donde nos esperaba nuestro material y en mi caso mi fiel bolsa de combate con el material militar, tanto el que me habían asignado como el que había adquirido como material complementario y con el que nuestros superiores hacían la vista gorda sabiendo que muchas veces mejoraba de forma importante las posibilidades de éxito de la misión. Una vez revisado todo y cuando todos nos pusimos los trajes herméticos esperamos sentados a que se encendiera la luz verde al fondo del barracón. Apenas notamos las sacudidas del acercamiento final, un piloto excelente. Cuando se abrieron las compuertas la luz del planeta inundó los barracones y con un grito nos precipitamos al combate. No me esperaba que los habitantes del planeta nos esperasen desarmados, pero a pesar de eso recibimos órdenes de disparar. Unos bípedos levantaban una especie de cartel sobre sus cabezas. El traductor del visor tuvo dificultades para traducir la palabra que habían garabateado sobre el mismo: «Libertad».
Un puñado de marcas de automóviles históricas pueden presumir de evocar en los aficionados al automovilismo sensaciones únicas y una de ellas es sin duda Lancia. Una marca italiana que sostuvo durante largo tiempo la bandera del lujo y el refinamiento que sin embargo probablemente será recordada por su denodada lucha con los totopoderosos Audi de tracción total en el campeonato mundial de rallies poniendo sobre las sucias y embarradas pistas de la competición delicados diseños aerodinámicos como el Lancia Stratos y coches de líneas inconfundibles como el Lancia delta HF Integrale. Pero Lancia ha pasado momentos difíciles en los últimos tiempos para desaparecer como marca y volver a aparecer solo recientemente con una reinterpretación de otro de sus modelos icónicos, en este caso un utilitario «chic» como el Lancia Ypsilon.
Modelo analizado
Lancia Ypsilon
Motor y acabado
Elettrica
Potencia
156 CV
Velocidad máxima
150 Kmh
Aceleración o-100
8,2 s
Largo/ancho/alto
4075/1755/1535 mm
Potencia máxima RPM
156 CV
Par máximo Nm/RPM
260 Nm
Caja de cambios
Automático
Web
https://www.lancia.es/
Precio
34.500 euros
Renunciar a la marca Lancia en el mercado del automóvil no es poca cosa porque ha sido uno de los fabricantes pioneros. Los desarrollos de los ingenieros de la marca italiana son también legentadios, como el del modelo Lancia Theta de 1913 que fue el primer coche europeo en equipar un sistema eléctrico completo de serie, incluyendo luces y motor de arranque. O sus experimentos en lo estructural como con el Lambda, que entre 1922 y 1931 fue de los primeros modelos en los que se utilizó un chasis monocasco y una suspensión delantera independiente de tipo «pilar deslizante», una solución que se convertiría en un sello de la casa durante décadas con los nuevos modelos. La compra por parte de Fiat fue la tabla de salvación durante muchos años y ahora el grupo franco/italiano Stellantis la quiere resucitar.
Ya hemos comentado que la faceta deportiva de la marca es lo que más llama la atención, pero al mismo tiempo Lancia pensaba en afianzarse como marca importante y para ello necesitaba un utilitario pero no uno cualquiera, uno que llevara las señas de identidad de Lancia a un precio razonable. Así nació el Ypsilon, lanzado en 1995 como sucesor del Autobianchi Y10 (que Lancia había comercializado), el Ypsilon se posicionó desde su nacimiento como un utilitario del segmento B más grande, caro y, sobre todo, más rabiosamente elegante que sus rivales. A lo largo de sus generaciones, se convirtió en un verdadero icono de la moda y el diseño italiano llevando incluso a desarrollas modelos cuyos interiores llevaban la firma de prestigiosos diseñadores de moda. Sus señas de identidad, como el uso de materiales sofisticados como el Alcantara, una paleta de colores casi infinita y detalles de diseño como la instrumentación en posición central, lo distinguieron de la competencia y forjaron un vínculo especial con el público, especialmente el femenino.
Estilo Lancia
Este enfoque en el estilo le permitió sobrevivir e incluso prosperar en su mercado natal, Italia, donde la tercera generación (lanzada en 2011 y basada en la plataforma del Fiat 500) se mantuvo como el único modelo de Lancia durante muchos más años de lo que podría caber esperar, batiendo récords de longevidad y manteniéndose en el podio de ventas del segmento B justo hasta el final de su vida comercial en 2024 con aciertos como el lanzar una versión GPL y siempre con las señas de identidad del diseño Lancia. El Ypsilon se convirtió en el salvavidas que mantuvo a Lancia a flote mientras la marca desaparecía del resto de Europa.
El nuevo Lancia Ypsilon 2025 es la punta de lanza de la ofensiva de Stellantis en el mercado de los automóviles de lujo, junto a los modelos de Alfa Romeo y DS. Este modelo no solo representa la cuarta generación del icónico utilitario, sino que es el primer vehículo de la nueva era de Lancia. Su misión es demostrar que el renacimiento es viable y que la marca puede volver a ser deseable, respetada y creíble en el competitivo segmento premium europeo. Esto, eso sí, aprovechando las plataformas y la tecnología del grupo para abaratar costes, tal y como están haciendo el resto de las marcas del mismo. En realidad es lo que había venido haciendo con Fiat en los últimos años. De esta forma el Ypsilon ya no cuenta para triunfar con las apuestas innovadoras en el plano de la ingeniería sino solamente con el poder de la nostalgia de una marca importante y el diseño exterior e interior.
Hemos podido probar la versión eléctrica de este nuevo Lancia Ypsilon para ver qué oportunidades de triunfar tienen en un mercado competitivo como «utilitario chic». El diseño exterior del Lancia Ypsilon es, sin duda, su principal carta de presentación y el campo de batalla donde debe ganar la guerra de la diferenciación en primer lugar frente a sus rivales, muchos de ellos en su propio grupo por lo que mecánicamente son idénticos. Es un ejercicio de estilo que busca destilar la esencia de la marca sobre una silueta que, inevitablemente, comparte con sus hermanos de plataforma así que en este sentido cada detalle cuenta para distinguirse de los demás y lograr ese halo de exclusividad y elegancia que siempre ha acompañado a los modelos de la marca.
Diseño rompedor
El frontal rompe radicalmente con el pasado reciente y establece un nuevo lenguaje de diseño para Lancia, una apusta importante que sin duda marcará el camino de los propximos modelos del fabricante italiano. El elemento más distintivo es la reinterpretación del histórico «cáliz» de la marca, que abandona su forma de parrilla tradicional, supérflua en el modelo eléctrico, para convertirse en una firma lumínica de tres rayos LED en forma de ‘T’. Esta solución le otorga una identidad visual que casa con la tradición de la marca, tanto de día como de noche. Justo debajo de los faros en el paragolpes que se levanta de forma importante, se ubican los faros principales de forma hexagonal, una decisión de diseño que se antoja poco tradicional y no conectada con el legado de los Lancia que le han precedido, pero que sin duda añade carácter y la distingue de sus compañeros de grupo. La parte superior del frontal está dominada por una superficie en negro brillante que da un toque muy elegente, donde se inscribe el nombre «LANCIA» en una nueva tipografía, relegando el clásico escudo a una posición secundaria en el pilar C.
De perfil es donde las limitaciones de la plataforma CMP se hacen más evidentes y por lo tanto las similitudes con modelos de otras marcas del grupo. La silueta general, la línea del techo, el parabrisas y el diseño de las ventanillas son muy parecidos a los del Peugeot e-208 y el Opel Corsa-e. Sin embargo, los diseñadores de Lancia han trabajado para introducir elementos diferenciadores en este modelo en forma de detalles más que en el perfil aerodinámico, que es importante respetar para mantener la eficiencia del coche. El más notable es la integración de las manillas de las puertas traseras en el pilar C, un truco de diseño que limpia la línea lateral y crea la ilusión de estar ante un coche de tres puertas, más deportivo. Es una solución que ya hemos visto en muchos modelos pero que en este se ha resuelto de forma especialmente elegante. Las llantas de aleación de 17 pulgadas, con diseños específicos y acabados diamantados, también contribuyen a crear una imagen más premium y elegante para un aspecto urbano pero sofisticado.
La parte trasera es probablemente la vista más lograda y personal del coche y donde se puede percibir esa voluntad de desmarcarse estilíticamente de lo habitual. Aquí la inspiración histórica es explícita y muy efectiva recordando a diseños icónicos de la marca en el pasado. Los pilotos redondos full LED son un homenaje directo al legendario e impresionante Lancia Stratos, un icono de los rallies y del diseño automovilístico en general que lucía unos pilotos traseros muy similares. Estos faros, unidos visualmente por una moldura horizontal en negro brillante que también lleva el nombre de la marca, le confieren una presencia ancha y asentada sobre el asfalto con más presencia de lo que sugeriría su tamaño. El conjunto se remata con un alerón en la parte superior del portón y un difusor en la zona inferior, que aportan un toque de agresividad y completan una zaga con una personalidad realmente marcada.
Interior con estilo
Al analizar el interior del Ypsilon hay que recordar que ha sido desde siempre otro de los caballos de batalla de la marca con materiales y diseños muy sofisticados por lo que en este caso el listón está aún más alto si cabe. Además un diseño exclusivo es fundamental para justificar el posicionamiento premium de este modelo. En la documentación que se puede encontrar sobde el coche, la marca lo define como un «salón italiano sobre ruedas», y la experiencia a bordo está claramente diseñada con una jerarquía: lujo y tecnología para los ocupantes delanteros, a costa de la practicidad en las plazas traseras. Una filosofía a medio camino entre los coches deportivos y de lujo propias de la marca.
Al abrir la puerta, la atención se centra inmediatamente en la consola central, donde un elemento circular y único sobresale sobre la misma. Bautizado como «tavolino», esta «mesita de café» multifuncional sirve como bandeja para dejar objetos, integra el cargador inalámbrico para el smartphone y se ha convertido en el símbolo del diseño interior del coche rompiendo con la estructura tradicional del interior de otros modelos. La calidad de los materiales en las zonas de alto contacto es notable. Los asientos, especialmente en los acabados superiores, están tapizados en un suave terciopelo acanalado fabricado con materiales reciclados, un guiño al famoso «panno Lancia» que vestía los interiores de sus modelos clásicos. La parte superior del salpicadero y de los paneles de las puertas delanteras también recurre a materiales mullidos y agradables al tacto aunque con un tacto más convencional.
Llaman la atención también las salidas de ventilación, con un diseño original alargado y en el que se combinan dos colores con un mando cilíndrico para controlar el flujo de aire y un volante con excelente tacto y una forma muy adaptada a la conducción deportiva. Lástima que al bucear un poco más en el interior encontremos algunos plásticos duros con un tacto poco refinado en la parte inferior de la consola y que el selector de marchas sea el mismo que el de el resto de utilitarios eléctricos del grupo. Aquí un mando más original y de diseño más refinado hubiera marcado la diferencia. En cualquier caso parece como el presupuesto se hubiera acabado para rematar ciertos detalles y aunque la impresión general es muy buena y hay decisiones de diseño realmente originales cuesta abstraerse de los detalles que lo acercan a modelos más «del montón».
Puesto de conducción cómodo
La ergonomía del puesto de conducción es uno de los puntos fuertes del Ypsilon. Los asientos delanteros son realmente cómodos y con un acolchado y formas muy cuidadas. En la edición especial de lanzamiento Cassina, y en el acabado LX, el asiento del conductor puede incluir funciones de masaje y calefacción, un detalle propio de coches mucho más grandes de segmentos superiores . Un acierto importante es la decisión de mantener mandos físicos para las funciones esenciales evitando la socorrida tentación de dejar en manos de la pantalla táctil algunas de las funciones más utilizadas. Bajo la pantalla central, una fila de botones tipo «tecla de piano» permite un acceso directo y rápido a la climatización, evitando la frustración de tener que navegar por menús para ajustar la temperatura, un punto a favor frente a la tendencia de digitalización total de muchos competidores.
Aquí hay que decir que el nuevo Ypsilon pierde algunos puntos, pero también es un reflejo de la filosofía de los modelos más deportivos de la marca. El acceso a las plazas traseras es uno de sus puntos débiles, penalizado por unas puertas de apertura reducida y un diseño que prioriza la estética sobre la función en cuanto a la forma de las mismas y por lo tanto el espacio para acceder al interior. Una vez dentro, el espacio es muy limitado, aquí coincide con los modelos de su tamaño. Adultos de estatura media-alta rozarán con las rodillas en los respaldos delanteros y con la cabeza en el techo, haciendo que estos asientos sean más adecuados para niños o para trayectos urbanos cortos. En cualquier caso no está especialmente peor que otros modelos del mismo grupo.
El maletero de la versión eléctrica ofrece 309 litros de capacidad. Es una cifra correcta para el segmento B y supera por ejemplo a los 265 litros del Peugeot e-208 , pero que se queda por debajo de los 352 litros de la versión híbrida del propio Ypsilon y muy lejos de la versatilidad y capacidad de rivales como el Ford Puma y su «Megabox». La conclusión es clara: el Ypsilon se ha diseñado pensando en el conductor y su acompañante, posicionándose como un objeto de lujo personal más que como un utilitario familiar polivalente. Esto no quiere decir que no sea un coche nada práctico, simplemente que exhibe sin pudor sus prioridades y eso hay que tenerlo en cuenta.
Tecnología
La tecnología es otro de los pilares sobre los que Lancia construye su propuesta premium. El sistema S.A.L.A. (Sound Air Light Augmentation) es el nombre que recibe la interfaz de infoentretenimiento. Más que un simple software, se presenta como un asistente virtual que centraliza y coordina el sistema de sonido, la climatización y la iluminación ambiental para crear atmósferas personalizadas. El sistema se maneja a través de las pantallas y comandos de voz, permitiendo, por ejemplo, cambiar el ambiente interior con una sola orden. Aunque el marketing es ambicioso, el software base es el mismo que ya hemos visto en otros modelos recientes de Stellantis, como el Jeep Avenger, si bien Lancia le ha dotado de una interfaz gráfica y tipografías propias y elegantes para distinguirlo del de sus compañeros de grupo.
De serie en toda la gama, el Ypsilon monta un sistema de doble pantalla de 10,25 pulgadas cada una, una para la instrumentación digital y otra táctil para el sistema multimedia. Ofrecen una buena resolución y gráficos cuidados, aunque algunas pruebas han señalado que la respuesta táctil podría ser más fluida. La conectividad es completa, con Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos de serie. Este es uno de los puntos fuertes del Ypsilon: De serie, incluye un completo paquete de asistentes que le otorgan conducción autónoma de Nivel 2. Esto engloba el control de crucero adaptativo con función Stop&Go y el sistema de centrado de carril, tecnologías que no siempre son de serie en este segmento y que refuerzan su posicionamiento tecnológico.
Motorización conocida
Antes de pasar a las pruebas dinámicas hay que decir que la motorización de este nuevo Ypsilon no es ninguna novedad ya que comparte la que hemos visto en otros muchos modelos del grupo. El tren motriz está compuesto por un motor eléctrico síncrono situado en el eje delantero que entrega una potencia máxima de 115 kW (156 CV) y un par instantáneo de 260 Nm, el mismo que hemos visto en otros modelos de Peugeot, Fiat, Jeep, Opel… Este motor se alimenta de una batería de iones de litio con una capacidad nominal de 51 kWh (de los cuales 48,1 kWh son útiles), que opera bajo una arquitectura eléctrica de 400V. La autonomía homologada según el ciclo WLTP se sitúa en una horquilla de entre 397 y 403 km, una cifra que puede variar ligeramente hasta los 425 km en algunas comunicaciones de la marca, dependiendo del nivel de acabado y el tamaño de las llantas.
En cuanto a la recarga, el Ypsilon se alinea con los estándares del segmento. Admite una potencia máxima de carga en corriente continua (DC) de hasta 100 kW. En un punto de carga rápido compatible, esto permite pasar del 20% al 80% de la capacidad de la batería en aproximadamente 24 minutos, siempre que las condiciones de temperatura de la batería sean óptimas. Para la carga en corriente alterna (AC), el Ypsilon ofrece de serie o como opción (según el acabado) un cargador de a bordo de 11 kW, una ventaja sobre algunos rivales que se quedan en 7,4 kW. Con 11 kW, una carga completa desde cero tomaría algo menos de 5 horas, mientras que con 7,4 kW el tiempo se extendería por encima de las 7 horas. El conductor puede elegir entre tres modos de conducción: Eco, Normal y Sport. Su efecto se limita principalmente a modular la respuesta del acelerador (entregando menos potencia en modo Eco para maximizar la eficiencia) y a variar ligeramente el nivel de asistencia de la dirección.
En condiciones reales, el Ypsilon demuestra ser un coche muy eficiente en su hábitat natural, el urbano. Las pruebas que hemos realizado reflejan consumos que pueden bajar hasta los 12-13 kWh/100 km en tráfico urbano e incluso rebajarla en caso de conducir con especial parsimonia, lo que se traduciría en una autonomía real cercana a los 350 km, más que suficiente para el día a día. El uso en ciudad es muy cómodo, con una agilidad notable gracias a la potencia instantánea y una buena visibilidad y capacidad de maniobra. Además su tamaño contenido, combinado con un buen radio de giro, lo convierte en un coche fácil de maniobrar en el tráfico denso y en calles estrechas. La propulsión eléctrica ofrece la suavidad y el silencio que se esperan, haciendo de la conducción urbana una experiencia relajada. Pero donde realmente destaca es en el trabajo de la suspensión. Los ingenieros de Lancia han logrado una calibración específica que ofrece un excelente compromiso: es lo suficientemente firme para contener los balanceos de la carrocería, pero a la vez absorbe con notable eficacia las irregularidades del asfalto, como baches o tapas de alcantarilla, proporcionando un nivel de confort que nos ha dado la impresión que es sensiblemente superior que el de sus hermanos de plataforma.
Divertido en carretera
Cuando abandonamos la ciudad y nos adentramos en carreteras con curvas, el Ypsilon mantiene el tipo con solvencia. No es un coche de aspiraciones deportivas, para eso, la marca reserva la futura versión HF, pero su comportamiento es equilibrado, predecible y seguro con un punto de dinamismo muy agradable. La dirección ha sido ajustada para ofrecer un peso adecuado, sin resultar ni demasiado ligera ni artificialmente pesada, y transmite con suficiente precisión lo que ocurre bajo las ruedas delanteras. A pesar del considerable peso de las baterías (el coche ronda los 1.600 kg), el chasis se siente ágil y el control del balanceo es bueno, lo que permite enlazar curvas con confianza y disfrutar de una conducción fluida y agradable, muy en línea con su posicionamiento premium y refinado rozando el comportamiento deportivo de alguno de sus antepasados.
En vías rápidas, el Ypsilon saca a relucir sus virtudes como coche cómodo. La buena calidad de rodadura que demuestra en ciudad se mantiene a velocidades de crucero, y la insonorización del habitáculo está bien lograda. El ruido aerodinámico y el de los neumáticos se mantienen en niveles bajos, contribuyendo a un ambiente silencioso que reduce la fatiga en viajes largos. El principal factor limitante para los grandes desplazamientos no es el confort, sino la autonomía real a alta velocidad, que obliga a planificar paradas para recargar cada 250 kilómetros aproximadamente. Al tratarse eminentemente de un utilitario urbano no es algo preocupante pero sí un factor a tener en cuenta.
Conclusiones
Este Lancia Ypsilon es más que un coche, es el intento por resucitar una marca mítica que no merce permanecer en el olvido. Pero tiene que ser una resurrección válida que vuelva a traernos las señas de identidad de la marca como la exclusividad el diseño o el lujo, cosa difícil de conseguir en un utilitario. A nosotros este Ypsilon no nos deja indiferentes en el sentido de que desde el primer vistazo precisamente lo que no busca es dejar indiferente con una apuesta por elementos originales de diseño y de materiales con guiños al pasado tan importantes como los grupos ópticos traseros inspirados en las glorias del pasado en el campeonato de rallies. Nos ha gustado también la apuesta de diseño interior con elementos originales como la «mesa de café» circular o la apuesta por los mandos físicos. Menos satisfechos los acabados de algunas partes, aunque en las zonas visibles la esclusividad y el lujo se dejan notar.
No es un coche que vaya a batir records de habitabilidad en las plazas traseras por ejemplo, pero tampoco es un coche especialmente incómodo y es lo suficientemente práctico como para cumplir como cualquier utilitario urbano de su tamaño. Nos ha gustado el comportamiento en carretera, donde se nota que la marca ha tenido cosas que decir con respecto a sus compañeros de grupo. Nos ha gustado también mucho el manejo en ciudad en el que su motorización eléctrica lo hace suave y a la vez potente para salir de cualquier situación. En definitiva este Ypsilon es un intento muy válido para que Lancia vuelva a ser importante en el mercado automovilístico. Con una apuesta quizás demasiado conservadora en algunos puntos, como en los elementos compartidos con otros modelos del grupo, pero que sí que puede ser una elección válidad como utilitario eléctrico de lujo.
Valoración Final
8.6
NOTA
NOS GUSTA
Detalles de diseño
Buen maletero
Buen comportamiento en carretera
A MEJORAR
Habitabilidad trasera
RESUMEN
Un buen coche con interesantes detalles de lujo y diseño con quizás demasiadas señas de parentesco con el grupo para sobresalir realmente como alternativa de lujo pero indudablemente chic e original.
Prestaciones9Diseño9Consumo8Confort8.5Sistema de infoentretenimiento8.5
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