En teoría, esta ha sido una de las semanas más importantes para Apple, y es que el pasado martes los de Cupertino presentaron la generación iPhone 17, los nuevos Apple Watch y también los sorprendentes AirPods Pro 3, que a muchos nos hicieron pensar de inmediato en el Babelfish de La Guía del Autoestopista Galáctico. Sin embargo, entre tantas novedades y la emoción propia que deben estar experimentando tras la presentación más importante del año, vuelve a asomar una sombra que, desde hace algo más de un año, oscurece los planes de presente y futuro de la compañía.
Hablo, por supuesto, de sus problemas con la inteligencia artificial. Como seguramente recordarás, Apple empleó la WWDC 2024 para contarnos que su retraso, con respecto a sus principales competidores, en el campo de la inteligencia artificial, estaba a punto de finalizar, de la mano de Apple Intelligence y de una Siri totalmente renovada. Todo muy avanzado, muy prometedor pero, como empezamos a comprobar pocos meses después… también bastante «humo».
El anuncio de esta semana ha venido acompañado por otra noticia menos vistosa: Robby Walker, quien estuvo al frente de Siri y más recientemente del equipo de “Answers, Information and Knowledge”, dejará Apple el próximo mes de octubre. Su marcha se produce en un momento delicado para la compañía, con Apple Intelligence y Siri aún pendientes de llegar a ser lo que, en teoría, ya debería haber sido una realidad desde octubre del año pasado.
Walker llegó a Apple en 2013 tras la compra de su startup, especializada en asistentes de voz, y rápidamente asumió un papel central en el desarrollo de Siri. Durante más de una década trabajó en distintas áreas de búsqueda e inteligencia artificial, hasta convertirse en uno de los responsables de Apple Intelligence. Su salida, por tanto, no es un movimiento menor, sino el adiós de alguien que conocía de primera mano las limitaciones y ambiciones de la plataforma.
Buena parte de la frustración actual gira en torno a los retrasos acumulados en Apple Intelligence. Presentada como la gran apuesta para recuperar terreno frente a Google, Meta o Microsoft, la suite debía llegar con la renovación profunda de Siri, nuevas integraciones con aplicaciones del sistema y un contexto visual más rico. Sin embargo, tras meses de pruebas internas, Apple confirmó que varias de esas funciones no estarán disponibles hasta la primavera de 2026. La expectativa inicial se ha diluido, y lo que debía marcar un antes y un después en el ecosistema Apple se percibe ahora como un proyecto en suspenso.
La salida de Walker también pone de relieve un problema de fondo: la inestabilidad en el área de inteligencia artificial dentro de la empresa. En el último año se han sucedido varias bajas de perfiles clave en esta división, lo que ha alimentado la percepción de que el rumbo no está del todo claro. Mientras tanto, la competencia despliega actualizaciones constantes y hace gala de modelos que ya forman parte del día a día de millones de usuarios, dejando a Apple en una posición incómoda.
Según se ha filtrado, Walker defendía en reuniones internas que la prioridad debía ser la calidad de las funciones, incluso si eso implicaba retrasarlas. Esa estrategia encaja con el enfoque histórico de Apple, que suele preferir llegar más tarde pero con propuestas pulidas. El problema es que, en un terreno tan dinámico como la IA, esperar demasiado puede traducirse en perder relevancia. Aquí reside la tensión: cómo equilibrar la imagen de fiabilidad de la marca con la necesidad de demostrar avances tangibles antes de que la brecha con la competencia se haga insalvable.
Es inevitable preguntarse qué significa este movimiento para el futuro inmediato de Siri y Apple Intelligence. Personalmente, lo interpreto como una señal de que el camino aún va a ser largo, y de que Apple deberá redoblar esfuerzos para convencer tanto a sus usuarios como a sus socios de que no ha llegado tarde a la carrera de la IA. Quizá esta marcha sirva como revulsivo para acelerar procesos, o quizá como recordatorio de que la innovación no siempre avanza al ritmo que marca la competencia. Lo cierto es que, una vez más, el reto de Apple no está solo en la tecnología, sino en cómo gestiona las expectativas de quienes todavía esperan que Siri deje de ser una promesa incumplida.
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