Tengo grabado en la memoria la música que sonaba en casa cuando era niño. Reconozco que mi hermano y yo solíamos copar la experiencia melódica del dulce hogar, principalmente con discos de Los Payasos de la Tele, Teresa Rabal, un memorable disco de canciones infantiles de Rosa León… y recuerdo los pocos momentos en los que, para desasosiego por mi parte, mi madre ponía los dobles discos rojo (62-66) y azul (67-70) de The Beatles, o Dark Side of the Moon. Y me pregunto cómo habría encajado algo como Spotify en aquel momento, en el que, aún respetando nuestros gustos y preferencias, sí que tenía un control sobre lo que escuchábamos. Pues bien, parece que la decana del streaming musical ha decidido mover ficha en este sentido.
La compañía ha anunciado la expansión de las “managed accounts”, o cuentas gestionadas, una función diseñada para ofrecer a las familias un espacio musical adaptado a los menores. Estas cuentas, pensadas para niños menores de 13 años dentro del plan Premium Familiar, permiten a los padres crear y supervisar perfiles de escucha individuales. Cada cuenta infantil está vinculada al plan principal, pero mantiene su propio historial, listas y recomendaciones, siempre bajo los parámetros establecidos por los tutores.
Entre las funciones disponibles, destacan los filtros de contenido explícito, la posibilidad de bloquear artistas o canciones concretas y la opción de ocultar los vídeos o animaciones “Canvas” que acompañan a algunas pistas. Spotify asegura que estos ajustes no afectan a la experiencia de uso, sino que la adaptan a cada edad y contexto. Las cuentas gestionadas no incluyen acceso a contenido restringido por edad ni funciones interactivas, lo que garantiza una experiencia más segura dentro de la plataforma.
El despliegue global de esta función marca un nuevo paso para la compañía. Tras un periodo de pruebas en diez países, Spotify amplía las cuentas familiares gestionadas a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, Alemania, Francia y Países Bajos. Según la información oficial, la expansión se produce tras una “respuesta positiva” en las regiones piloto y busca unificar la experiencia Premium Familiar en todos los mercados clave. La intención es que cada miembro de la familia, sin importar la edad, encuentre su propio espacio dentro del mismo servicio.
Más allá del control, esta novedad se apoya en una arquitectura técnica que combina algoritmos de recomendación con criterios de edad y privacidad. Spotify indica que los datos de escucha de las cuentas gestionadas se mantienen dentro del entorno familiar y no se utilizan con fines publicitarios. De este modo, la compañía intenta conciliar la precisión de sus sistemas de sugerencias con una protección más estricta del perfil infantil, evitando el cruce de información con el resto de usuarios.
El movimiento también tiene un componente competitivo. En un mercado donde servicios como YouTube Music o Apple Music han reforzado sus controles parentales, Spotify apuesta por una solución más integrada, que no depende de aplicaciones adicionales ni de sistemas externos. Esto refuerza el valor del plan Premium Familiar, uno de los pilares de su modelo de suscripción, y consolida la idea de un ecosistema que crece con sus usuarios a medida que cambian sus necesidades.
Al leer este anuncio, me resulta inevitable pensar en cómo ha cambiado la relación entre la infancia y la música. Lo que antes se aprendía escuchando lo que sonaba en el salón, ahora se descubre en una pantalla. Pero, de algún modo, esta medida de Spotify devuelve a los padres parte de aquel papel de guía musical. Quizá no para elegir lo que suena, sino para enseñar a escuchar de forma segura. En ese equilibrio entre libertad y protección, la tecnología parece haber encontrado un nuevo compás.
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