Hay una constante en la historia del iPhone: cuando parece que Apple ha tocado techo en fotografía, vuelve a encontrar una forma de reinventar la rueda. Cada año las mejoras son más discretas, más interiores, menos evidentes para el ojo casual, pero detrás de esa continuidad late una competencia feroz por dominar la óptica móvil. El iPhone 18 se perfila como el próximo paso en esa carrera, y todo apunta a que su evolución más importante no estará en la potencia ni en el diseño, sino en su cámara.
Ya a fiales del año pasado se empezó a hablar de ello: un sistema de apertura variable para el sensor principal de los modelos Pro, y ahora ese rumor cobra más fuerza, al punto de que Apple ya habría dado los primeros pasos para dar este salto que llevará, a la fotografía desde el smartphone, uno de los elementos más importantes en el control que proporcionan la cámaras fotográficas para ajustar, mediante diversos medios, las propiedades de exposición.
La esencia de esta tecnología reside en su capacidad para modificar físicamente la cantidad de luz que entra en el sensor, algo que hasta ahora estaba limitado por la apertura fija de las lentes móviles. Una apertura variable permite al dispositivo adaptarse de forma precisa a la escena: abrir el diafragma en condiciones de baja iluminación o cerrarlo en exteriores para lograr mayor profundidad y nitidez. Es, en definitiva, una herramienta que ofrece un control real de la exposición, mucho más cercano al de una cámara profesional.
El reto está en hacer que un mecanismo tan delicado encaje en un espacio tan limitado. Los ingenieros de Apple habrían desarrollado un módulo que mantiene la resistencia al polvo y al agua mientras introduce un sistema mecánico de ajuste de apertura que opera en milésimas de segundo. Además de su impacto en la fotografía, esta tecnología también tendría un efecto notable en el vídeo, permitiendo una gestión dinámica de la luz que podría acercar al iPhone a estándares cinematográficos.
Las ventajas para el usuario serían evidentes. Un sensor con apertura variable permitiría retratos más naturales, con un desenfoque real de fondo, y un rendimiento superior en escenas nocturnas sin depender tanto del procesamiento digital. También ofrecería una transición más suave entre planos de distinta iluminación, mejorando tanto el resultado técnico como la experiencia de uso. Cada imagen podría ser no solo más precisa, sino también más fiel al instante que captura.
Los planes de lanzamiento sitúan a esta nueva generación, como ya imaginas, dentro de once meses, en septiembre de 2026, dentro de una hoja de ruta en la que también se espera la llegada del iPhone Air 2 y del primer modelo plegable de la compañía. Apple parece preparar un ciclo que, más allá de los números, marcará un punto de inflexión en su enfoque fotográfico: pasar de la simulación por software a la precisión óptica pura, con mecanismos reales que respiran dentro del cuerpo del teléfono.
La historia del iPhone siempre ha estado escrita con luz, y esta no parece una excepción. Lo que empezó como un accesorio para documentar el día a día se ha convertido en el corazón de la experiencia del dispositivo. Si el iPhone 18 Pro estrena realmente una cámara con apertura variable, no será solo una mejora técnica: será la confirmación de que Apple sigue mirando hacia el mismo horizonte que sus usuarios, aquel donde la tecnología y la emoción se funden en una sola imagen.
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