En los albores de la mensajería instantánea, todo parecía más simple: un contacto, una app, una conversación. Pero con el paso del tiempo, ese mapa se ha fragmentado en múltiples islas: WhatsApp, Telegram, Signal, iMessage… Cada una con sus reglas, sus funciones y, sobre todo, sus muros. Ahora, por primera vez en años, se abre una rendija entre esos mundos. Y no es una decisión voluntaria: la Unión Europea ha exigido a las grandes plataformas que sean capaces de hablar entre sí. WhatsApp ha sido la primera en responder con hechos, y ya ha activado su sistema de interoperabilidad para usuarios europeos.
Esta novedad responde a la Ley de Mercados Digitales (DMA), una regulación europea aprobada en 2023 y en vigor desde 2024 que busca evitar monopolios y fomentar la competencia entre servicios digitales. Dentro de esta ley, se establece la figura de los “gatekeepers” o guardianes: empresas con gran peso en servicios clave como buscadores, redes sociales, tiendas digitales o mensajería. Meta, la matriz de WhatsApp, fue designada como tal debido a su cuota de mercado y, en consecuencia, obligada a permitir la interoperabilidad de WhatsApp y Messenger con plataformas de terceros que así lo soliciten.
Así, Meta ha confirmado que, desde este mes de noviembre, los usuarios europeos de WhatsApp pueden recibir y enviar mensajes a través de otras aplicaciones de mensajería compatibles. El despliegue inicial se limita a mensajes de texto, imágenes, notas de voz, vídeos y archivos compartidos en chats individuales. La compañía ha anunciado que las funciones de interoperabilidad se ampliarán en el futuro a conversaciones grupales, llamadas de voz y videollamadas, con una hoja de ruta que se extiende hasta 2027.
La implementación no ha sido trivial. Para mantener el cifrado de extremo a extremo —una de las señas de identidad de WhatsApp—, Meta empleará el mismo protocolo Signal que ya usa para sus propias comunicaciones. Además, los servicios de terceros que quieran interoperar con WhatsApp deberán firmar un acuerdo técnico y comprometerse a usar dicho protocolo o adaptar el suyo propio de forma compatible. Meta también ha habilitado un sistema de revisión previa y monitorización para garantizar que estos intercambios no comprometan la privacidad de los usuarios.
Sin embargo, este sistema de interoperabilidad no convierte a WhatsApp en una aplicación híbrida ni unificada. Los mensajes recibidos desde otras plataformas no se mezclarán con los del resto de conversaciones: estarán organizados en una sección separada dentro de la interfaz de la app, sin integración con notificaciones estándar ni sincronización completa. Es decir, más que una fusión, se trata de una apertura controlada, diseñada para cumplir con la normativa sin alterar en exceso la experiencia habitual del usuario.
De momento, WhatsApp ya ha hecho los deberes. Pero la gran incógnita es quién se sumará a esta nueva vía de comunicación. Aunque la regulación obliga a WhatsApp a ofrecer interoperabilidad, no puede forzar a otras compañías a conectarse. Hasta ahora, ninguna de las grandes plataformas —como Telegram, Signal, Google Messages o iMessage— ha confirmado que haya solicitado oficialmente el acceso a este sistema. En este sentido, la interoperabilidad puede quedarse, al menos en su fase inicial, en una posibilidad más que en una realidad tangible.
Europa ha movido ficha, y Meta ha respondido con una propuesta que, si bien modesta en su alcance, marca un cambio de paradigma. La interoperabilidad, tan deseada por muchos y temida por otros tantos, empieza a tomar forma. Pero como ocurre con cualquier puente recién construido, hará falta tiempo —y tráfico— para saber si realmente unirá orillas o si quedará como un símbolo más de lo que pudo ser y aún no ha llegado a ser.
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