Dark Souls no es solo uno de los universos más oscuros y desafiantes del mundo del videojuego, sino también, según recientes investigaciones, un inesperado refugio para la mente. En un mundo cada vez más saturado de estímulos rápidos y promesas de recompensas inmediatas, este título de FromSoftware invita a enfrentarse al dolor, a la frustración y a la caída, enseñando a resistir donde otros solo ven derrota. Ahora, un estudio de la Universidad de Aalto, en Finlandia, revela que Dark Souls puede convertirse en una poderosa herramienta para afrontar la depresión.
Presentado en la conferencia CHI’25, el estudio, realizado por Jaakko Väkevä, Perttu Hämäläinen y Janne Lindqvist, exploró cómo Dark Souls ayuda a los jugadores a lidiar con los problemas de salud mental. Los investigadores analizaron más de 4.000 publicaciones en el subreddit r/darksouls, filtrando aquellas donde los usuarios mencionaban explícitamente la «depresión». A partir de ahí, y con la ayuda del modelo de lenguaje GPT-4 Turbo para resaltar fragmentos relevantes —sin resumir ni reinterpretar—, extrajeron una muestra intencional de 311 mensajes que fueron objeto de un análisis temático manual. El objetivo era comprender, desde la voz misma de los jugadores, de qué manera la brutal dificultad del juego se transformaba en un refugio emocional.
Los hallazgos giran en torno a cuatro grandes temas. El primero es el aprendizaje de perseverancia y resiliencia. Muchos jugadores encontraron paralelismos directos entre los desafíos de Dark Souls y los problemas de su vida real. El ciclo constante de fallos, aprendizaje y éxito no solo fortalecía su paciencia, sino que generaba una profunda sensación de autoeficacia: si podían vencer a un jefe implacable en el juego, también podían enfrentar sus propios demonios cotidianos. Esa sensación de control y agencia resultó ser un antídoto frente a la impotencia que a menudo acompaña a la depresión.
El segundo tema detectado fue el uso del juego como espejo para las luchas existenciales. Conceptos como el «hollowing», ese proceso de volverse hueco al perder el propósito, resonaron profundamente entre quienes batallaban contra sentimientos de vacío y desesperanza. La atmósfera opresiva del juego no desmoralizaba a los jugadores: por el contrario, les ofrecía un espacio donde podían reflexionar sobre su propia identidad y encontrar significado incluso en entornos hostiles. En palabras de uno de los testimonios analizados, Dark Souls enseña que «el mundo no tiene sentido, pero eso no importa; lo importante es encontrar tu propio propósito».
La comunidad de jugadores también emergió como una fuente crucial de fortaleza y apoyo. Frases icónicas como «Don’t You Dare Go Hollow» o «Praise the Sun» no solo eran consignas internas del juego, sino auténticos mantras de perseverancia compartida. A través del multijugador cooperativo y los foros en línea, muchos usuarios aprendieron a pedir ayuda, tanto dentro del juego como en su vida personal. La red de apoyo que surgía en torno a Dark Souls ofrecía un sentido de pertenencia que, para algunos, resultó vital en momentos de crisis.
Finalmente, el estudio identificó el uso de Dark Souls como una estrategia consciente de autocuidado. La intensa concentración que exigía el juego permitía a los jugadores evadirse temporalmente de sus problemas, alcanzando estados de inmersión que muchos describieron como terapéuticos. Aunque nadie sustituyó el tratamiento profesional por jugar, varios afirmaron que Dark Souls complementaba sus procesos de recuperación, reforzando su perseverancia y su autoestima de maneras que sentían tangibles.
Los investigadores destacan que, si bien estos resultados son significativos, deben interpretarse con cautela, ya que se basan en experiencias autoinformadas y no equivalen a evaluaciones clínicas. Aun así, el estudio plantea una reflexión importante: quizá el potencial terapéutico de los videojuegos comerciales ha sido subestimado. Juegos como Dark Souls, con su narrativa existencial, su estructura de desafío metódico y su vibrante comunidad, podrían formar parte de un nuevo enfoque en el que el entretenimiento digital no solo divierte, sino que también transforma.
Desde mi punto de vista, hay algo profundamente conmovedor en esta revelación. En un mundo donde todo parece tender hacia lo fácil y lo inmediato, Dark Souls enseña que caerse —y volver a intentarlo— tiene un valor que trasciende la pantalla. Tal vez, en esos interminables combates contra jefes imposibles, lo que muchos encuentran no sea solo la victoria, sino la certeza de que también pueden resistir sus propias batallas internas.
Y una reflexión más. Durante años, los videojuegos han sido objeto de críticas que los señalaban como meros agentes de distracción o incluso como factores de deterioro social. Sin embargo, investigaciones como esta, sumadas a muchas otras recientes, dibujan una imagen más matizada, optimista y, en mi opinión, realista: con un consumo moderado y consciente, los videojuegos pueden estimular habilidades cognitivas, fortalecer la resiliencia emocional y, como muestra el caso de Dark Souls, ofrecer incluso una vía para afrontar algunos de los desafíos más profundos de la condición humana.
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