No sé vosotros, pero yo estoy empezando a contar cuántos pasos más nos separan del «1984» de Orwell. Y no porque la tecnología se parezca cada vez más a ciencia ficción, sino porque determinadas decisiones de diseño empiezan a rozar lo distópico. Por suerte, aún hay quien levanta la voz, y más importante todavía, quien toma medidas. Es el caso de AdGuard, que en su nueva versión para Windows ha decidido plantar cara a Recall. Y no está solo.
Recall ha sido, desde su anuncio, uno de los movimientos más controvertidos por parte de Microsoft en años. Para quien no lo recuerde —o haya querido olvidarlo—, se trata de una función incluida en los Copilot+ PCs que realiza capturas de pantalla constantes, permitiendo posteriormente buscar lo que se ha hecho o visto en el sistema. Una especie de “memoria visual” para tu PC que, en teoría, te facilita la vida. En la práctica, supone una recopilación masiva de datos extremadamente sensible, y ha levantado todo tipo de alarmas sobre privacidad y seguridad.
Frente a esta amenaza, AdGuard ha decidido actuar. En su versión 7.21 para Windows, lanzada recientemente, la herramienta de privacidad ha incluido el bloqueo por defecto del proceso RecallIndexMonitor.exe, responsable de gestionar el índice de capturas de pantalla que utiliza Recall. De este modo, aunque el sistema esté activado, AdGuard impide que pueda operar con normalidad. No es una solución completa al problema, claro está, pero es un freno importante, y sobre todo, un mensaje claro: la industria no está dispuesta a mirar hacia otro lado.
Y AdGuard no es el único. Brave, el navegador centrado en la privacidad, anunció hace unos días que también bloqueará Recall de forma proactiva, y que lo hará tanto si el sistema opera en local como si, en el futuro, intenta externalizar parte del proceso. Y hablando de externalizar: no podemos olvidar Copilot Vision, una función que, a diferencia de Recall, sí envía capturas a los servidores de Microsoft para su análisis mediante IA. Aunque su activación no es automática, su existencia refuerza la sensación de que la compañía está dispuesta a seguir empujando sus límites, aunque eso implique cruzar algunas líneas rojas.
Lo irónico de todo esto es que Microsoft, presionada por la crítica generalizada, ha decidido que Recall no se active por defecto. Pero su mera presencia en el sistema operativo, y la complejidad para deshabilitarlo completamente sin recurrir a soluciones de terceros, ya dice mucho. Es una funcionalidad pensada para quedarse, y si no fuese por estas herramientas externas, muchos usuarios probablemente ni sabrían que está recopilando información a cada instante.
Al final, nos encontramos ante un dilema creciente: delegamos cada vez más decisiones y tareas en la inteligencia artificial, mientras renunciamos de forma silenciosa a parcelas de nuestra privacidad. ¿Vale la pena ese intercambio? ¿Dónde está el límite? Cuando ni siquiera un sistema operativo puede garantizar que no te está observando constantemente, la frontera entre asistencia útil y vigilancia omnipresente se vuelve peligrosamente difusa.
Por suerte, aún hay desarrolladores y empresas que prefieren ponerse del lado del usuario. AdGuard no salvará el mundo, ni desactivará la codicia de las grandes tecnológicas por nuestros datos, pero representa algo muy valioso: la posibilidad de decir “no”. Y eso, en estos tiempos, ya es mucho.
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