Cada nueva generación de consolas redefine lo que entendemos por tecnología doméstica. En ese ciclo de innovación constante, Sony y AMD han vuelto a coincidir para dar forma al futuro del juego en consola. La próxima PS6 se perfila como una plataforma que no busca solo más potencia, sino también una relación más inteligente entre hardware y software. La información procede de una presentación técnica conjunta, titulada Next Gen Gaming Preview: Project Amethyst, en la que ambas compañías han explicado las bases de su nuevo enfoque arquitectónico.
La colaboración entre Sony y AMD se ha consolidado durante casi dos décadas. Desde la llegada de PlayStation 4 en 2013, la compañía japonesa ha confiado en la arquitectura semi-personalizada de AMD para diseñar el núcleo de sus consolas, combinando CPU y GPU en un solo chip. Con PS6, esta relación alcanza una nueva fase: el diseño gira en torno a tres pilares —rendimiento, inmersión y eficiencia— que pretenden equilibrar la evolución técnica con la sostenibilidad energética y la escalabilidad a largo plazo. Lejos de anunciar cifras o especificaciones concretas, la presentación se centró en las tecnologías que definirán esa transición.
La primera de ellas son los Neural Arrays, un conjunto de unidades de procesamiento especializadas en tareas de inteligencia artificial. Estos bloques están diseñados para ejecutar modelos de aprendizaje automático de forma nativa, sin depender de software externo. Su aplicación abarca desde el reescalado inteligente de imagen hasta la animación predictiva y la reconstrucción de texturas, una combinación que podría reducir el trabajo de los shaders convencionales y mejorar la estabilidad de fotogramas. En términos prácticos, AMD describe estos arrays como el primer paso hacia un sistema de renderizado que “aprende” de su propio entorno visual.
El segundo pilar técnico son los Radiance Cores, núcleos dedicados al cálculo de iluminación avanzada y simulación física de luz. Su función recuerda al ray tracing de generaciones anteriores, pero con un enfoque distinto: mejorar la calidad visual sin penalizar el rendimiento. Según AMD, estos núcleos trabajan en paralelo con el motor gráfico principal para gestionar reflejos, refracciones y sombras complejas con un consumo energético notablemente inferior al de las soluciones actuales. Su integración con la arquitectura RDNA 5 permitirá, además, una gestión más granular del renderizado, lo que podría traducirse en una mayor fluidez en entornos de gran densidad visual.
El tercer componente es el Universal Compression Engine, una tecnología de compresión de datos y texturas que unifica varios sistemas de gestión de memoria en un solo proceso. Su objetivo es mejorar el ancho de banda efectivo y reducir los tiempos de carga sin necesidad de incrementar el consumo o el tamaño físico del hardware. AMD ha subrayado que esta técnica se basa en compresión adaptativa, capaz de priorizar distintos tipos de información según las necesidades de la escena. En la práctica, esto debería permitir que PS6 mantenga un rendimiento sostenido más estable, incluso en mundos abiertos de gran escala o en experiencias que demanden procesamiento simultáneo de audio, física y gráficos.
La presentación también pone de relieve un cambio de mentalidad. Mientras generaciones anteriores de consolas se centraron casi exclusivamente en la potencia bruta, PS6 apunta a la eficiencia y la inteligencia integrada en el propio chip. La IA deja de ser un añadido software y pasa a ocupar un lugar dentro del silicio, un paso que redefine la relación entre desarrolladores y hardware. La prioridad, según Sony y AMD, no es solo alcanzar nuevos techos gráficos, sino ofrecer herramientas más versátiles y sostenibles para los estudios que desarrollen sobre la plataforma.
Este avance plantea una cuestión de fondo sobre la dirección de la industria. La tecnología de PS6 apunta hacia una generación que busca más control, más eficiencia y más automatización, pero no necesariamente una ruptura radical. Los próximos años dirán si esta apuesta por la inteligencia integrada logra el equilibrio entre innovación técnica y estabilidad productiva. De momento, el mensaje de AMD y Sony es claro: la próxima PlayStation no será solo más potente, sino también más consciente de cómo utiliza esa potencia.
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