La tentación de probar antes que nadie las novedades de una nueva versión de sistema es comprensible. Un acceso anticipado puede parecer una ventaja, una forma de estar un paso por delante, especialmente cuando hablamos de un entorno como Android, donde las actualizaciones llegan fragmentadas y con cuentagotas. Pero conviene recordar algo fundamental: una beta no es una versión estable. Por muy oficial que sea, por muy integrada que esté en dispositivos como los Pixel, sigue siendo terreno de pruebas, y en ese terreno el riesgo siempre es parte del trato.
La reciente beta 3.1 de Android 16 QPR1 ha dejado claro lo fácil que es olvidar esa premisa. Algunos testers que han salido del programa beta aún no han recibido la OTA estable que debería cerrar el ciclo de prueba, y como resultado, sus dispositivos siguen arrastrando errores relevantes. Dos de las funciones más afectadas han sido Google Wallet y la VPN exclusiva para Pixel, ambas claves para quienes utilizan su móvil como herramienta de trabajo o medio principal de pago.
Uno de los fallos más visibles afecta a Google Wallet, que al iniciarse muestra un mensaje de advertencia según el cual el dispositivo “puede estar rooteado o no certificado”. El aviso aparece pese a que el terminal no ha sido modificado, y aunque en muchos casos basta con pulsar “Got it” para seguir usando la app con normalidad, no siempre funciona. Para quienes dependen del móvil como cartera digital diaria, esto representa una molestia seria y genera incertidumbre sobre la seguridad y validez de sus transacciones.
La segunda función afectada es la VPN integrada que Google ofrece a través de su servicio Google One en dispositivos Pixel. Al intentar activarla, los usuarios se encuentran con un error que indica que el servicio no está disponible para su cuenta. Esta limitación deja sin acceso a una de las herramientas más valoradas del ecosistema Pixel, especialmente para quienes viajan o trabajan en redes públicas con frecuencia.
Parte del problema radica en la inconsistencia del proceso de salida del programa beta. Google ofrece una OTA específica —la denominada “No Data Wipe”— para que quienes abandonen la beta puedan migrar a la versión estable sin perder sus datos. Sin embargo, no todos los dispositivos han recibido esta actualización, lo que ha dejado a algunos usuarios atrapados entre ramas del sistema operativo sin una vía clara de resolución.
De momento, Google no ha publicado ningún parche que solucione los errores específicos detectados en esta beta. La única alternativa sugerida es volver a inscribirse en el programa beta para recibir Android 16 QPR2, pero esa versión también presenta un fallo documentado: el reproductor multimedia no aparece en la pantalla de bloqueo. Así, los usuarios deben decidir entre mantener funciones esenciales rotas o arriesgarse a nuevos problemas funcionales.
Es fácil olvidar que, al instalar una beta, el dispositivo deja de ser simplemente un móvil y pasa a convertirse en una herramienta de prueba. Aunque las betas de Android estén cada vez más pulidas y su integración en los Pixel parezca impecable, los errores están al acecho. Y cuando afectan a funciones básicas como pagar o conectarse de forma segura, el precio de esa curiosidad tecnológica se hace evidente.
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