Android 16 todavía no ha visto la luz de manera oficial, pero poco a poco vamos conociendo las piezas que formarán el puzle de su arquitectura interna. Y como suele ocurrir con las grandes plataformas, a veces los cambios más relevantes no son los que lucen en la superficie, sino aquellos que, silenciosamente, reescriben las bases sobre las que se sostiene la experiencia de usuario. Esta vez, ese cambio tiene nombre propio: los in-process software audio codecs.
Hasta ahora, Android ha ejecutado los códecs de audio y vídeo en procesos aislados del núcleo de las aplicaciones. Una decisión que no era arbitraria: hace 10 años, en 2015, el sistema operativo sufrió una de sus vulnerabilidades más graves, conocida como Stagefright, que afectaba directamente a su framework multimedia. El fallo permitió la ejecución remota de código a través de archivos de vídeo y audio manipulados, y sirvió como recordatorio brutal de lo expuesto que podía quedar el sistema cuando los códecs, muchos de ellos escritos en C o C++, operaban sin protección adicional. La respuesta de Google fue contundente: aislar estos componentes en procesos separados para minimizar el impacto de futuros exploits.
Ahora, con Android 16, la situación empieza a cambiar, ya que Google plantea permitir que los códecs se ejecuten dentro del mismo proceso de la aplicación que los utilice. Esta decisión no pretende desandar lo andado en materia de seguridad, sino adaptarse a una nueva realidad tecnológica: la aparición de lenguajes de programación seguros para la memoria, como Rust. Bajo esta condición —que los códecs estén escritos en un lenguaje que prevenga los errores de memoria—, Android permitirá ejecutar el procesamiento multimedia sin necesidad de pasar constantemente información entre procesos.
¿Y por qué importa esto? Principalmente por eficiencia. Ejecutar los códecs en proceso reduce el uso de CPU, minimiza la latencia y optimiza el consumo energético, ya que se evita la sobrecarga que supone la comunicación interprocesos (IPC). Esto podría traducirse en mejoras palpables en aplicaciones de streaming de música y vídeo, especialmente en la decodificación de formatos como AAC, muy usados en el día a día.
De momento, esta funcionalidad ya aparece integrada en el código base de Android 16, aunque no está activa para los usuarios, dado que el sistema operativo sigue en fase de desarrollo y los desarrolladores aún deben adaptar sus implementaciones. El éxito de esta transición dependerá, en buena medida, de que los proveedores de códecs migren su software a Rust u otros lenguajes seguros. De lo contrario, se mantendrá el modelo tradicional de ejecución aislada, con sus correspondientes costes en eficiencia.
La decisión de Google de permitir in-process codecs en Android 16 no representa un retroceso en materia de seguridad, sino un avance cuidadosamente medido. Aprovechando la madurez de lenguajes como Rust, Android puede ahora ofrecer una experiencia multimedia más eficiente y rápida, sin renunciar a las garantías que el pasado demostró necesarias. Es un equilibrio delicado, pero también un signo de madurez: entender que mejorar no implica olvidar, sino construir sobre las lecciones aprendidas.
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