El iPhone 17 me ha hecho repensar en esa rutina que repetimos cada septiembre: una generación nueva, un mercado expectante y la misma pregunta de siempre, ¿seguirá Apple marcando el ritmo tras tantos años? Resulta curioso cómo, generación tras generación, el smartphone más famoso del mundo se convierte en un termómetro que mide no solo la innovación, sino también la capacidad de la compañía para mantener viva la atracción en un sector cada vez más competitivo. Y sin embargo, lo que parecía previsible este año ha acabado teniendo un giro inesperado.
Según leemos en The Information, Apple ha decidido aumentar la producción del iPhone 17 estándar en un 30% sobre lo previsto inicialmente. El motivo es sencillo: la demanda ha superado las expectativas. A diferencia de lo ocurrido en años anteriores, el modelo base no se ha quedado en segundo plano frente a las versiones más ambiciosas, sino que está recibiendo un impulso notable. El interés por este terminal se refleja en unos plazos de entrega más ajustados de lo habitual y en la necesidad de reforzar su producción para mantener la disponibilidad.
La clave de este cambio está en las funciones que Apple ha llevado al iPhone 17 estándar. Con una pantalla de 6,3 pulgadas y un precio de partida de 959 euros en España, incorpora dos características que hasta ahora habían quedado reservadas a los Pro: los 120 Hz de refresco y la pantalla Always-On. La reducción de la brecha entre gamas convierte al modelo más asequible de la familia en una opción mucho más atractiva que en años pasados, lo que explica por qué se está convirtiendo en la sorpresa de esta generación.
Hace apenas unos días, recogíamos la información de Ming-Chi Kuo que adelantaba que la serie iPhone 17 había arrancado con una demanda un 25% superior a la de la generación anterior en el mismo periodo de 2024. Esa primera señal ya apuntaba a un inicio sólido, pero ahora sabemos que el refuerzo de producción se concentra sobre todo en el modelo estándar. El protagonismo, que solía recaer de manera casi exclusiva en los Pro y Pro Max, se reparte de manera distinta en este ciclo.
El contraste dentro de la gama es evidente. El iPhone 17 Air, que debuta como sustituto del Plus, arrancó con más dudas a pesar de que su producción se ha triplicado respecto a la del Plus el año pasado. El Pro Max mantiene su condición de buque insignia y continúa siendo el modelo más deseado, con un incremento de producción cercano al 60% y tiempos de entrega que apenas se han visto alterados. Sin embargo, lo llamativo está en que el verdadero motor inesperado de ventas sea el modelo base, algo que rompe con la dinámica de lanzamientos anteriores.
La reacción rápida de Apple demuestra un ajuste fino en la estrategia: reforzar la producción allí donde el mercado muestra más interés, incluso si esto supone reconocer que la apuesta por las gamas superiores no es la única que genera tracción. Lo relevante no es solo el crecimiento puntual, sino la confirmación de que la serie iPhone 17 ha tenido un arranque más exitoso en conjunto que la anterior, reforzando la confianza en un producto que, pese al tiempo transcurrido, sigue marcando las cuentas de la compañía trimestre a trimestre.
Visto con cierta distancia, lo que me resulta más interesante es cómo un modelo que antes se percibía como una opción «menor» ahora gana un protagonismo inesperado. Apple ha demostrado que pequeños cambios, como extender funciones antes exclusivas de la gama alta, pueden redefinir la percepción del producto. Tal vez esa sea la verdadera lección del iPhone 17: que incluso en un mercado saturado y maduro, los detalles pueden marcar la diferencia entre una generación que pasa de puntillas y otra que se queda en la memoria de los usuarios.
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