ChatGPT se prepara para un cambio importante en su funcionamiento: la introducción de controles parentales que permitirán a los padres supervisar cómo usan la herramienta sus hijos. La medida llega tras meses de debate sobre el papel de la inteligencia artificial en entornos sensibles y pone sobre la mesa una pregunta cada vez más urgente: ¿cómo garantizar que estas tecnologías, tan presentes en la vida diaria, puedan usarse de manera segura por los más jóvenes?
Según lo anunciado, los nuevos controles parentales incluirán la posibilidad de vincular cuentas de padres e hijos para establecer normas de uso adaptadas a la edad. De este modo, se podrá limitar el acceso a determinadas funciones, además de habilitar sistemas de aviso cuando el adolescente esté atravesando una situación de crisis emocional. Este nuevo marco busca convertir al asistente en una herramienta más consciente del contexto en el que se utiliza, especialmente cuando lo hacen usuarios vulnerables.
La decisión no se entiende sin la presión creciente que rodea a OpenAI en los últimos meses. Una demanda presentada por los padres de un adolescente, que culpan parcialmente al uso de la plataforma en el desenlace trágico de su hijo, ha situado el debate en primera línea. Más allá de los tribunales, este episodio ha servido como detonante para que la compañía acelere el desarrollo de herramientas de supervisión y acompañamiento.
Entre las funciones previstas se encuentran sistemas capaces de detectar señales de angustia en las conversaciones. Cuando el modelo identifique patrones asociados a estados de crisis, redirigirá la interacción hacia un entorno más seguro y controlado, con modelos entrenados específicamente para estos escenarios. Además, los padres recibirán alertas que les permitirán intervenir de forma temprana, añadiendo así una capa de protección que hasta ahora no existía en el servicio.
Otro punto clave de esta actualización será el control sobre la privacidad y la memoria del chat. Los padres podrán desactivar el historial y la capacidad del asistente de recordar información previa, reduciendo así la exposición digital de los menores. Esta función, que ya estaba disponible de forma general, se integrará en el paquete de controles parentales para reforzar el papel de la supervisión adulta.
En un plano más amplio, este movimiento refleja tanto la presión social y legal como la necesidad de que la IA evolucione hacia un uso más responsable. La incorporación de controles parentales no solo busca responder a un caso particular, sino también anticipar un debate que inevitablemente crecerá a medida que la inteligencia artificial se extienda en el ámbito educativo, sanitario y personal. Garantizar la seguridad de los menores es también una forma de afianzar la confianza en una tecnología que aspira a acompañar al usuario en todas las facetas de su vida.
A mí me resulta inevitable pensar que, más allá de los avances técnicos, lo que está en juego es nuestra capacidad para domesticar herramientas cada vez más poderosas. Hacer de ChatGPT un entorno seguro para adolescentes no es solo una actualización puntual: es un recordatorio de que la tecnología debe adaptarse a quienes más la necesitan. Y en esa adaptación, lo que se define no es únicamente el futuro de una aplicación, sino la relación que queremos tener con la inteligencia artificial como sociedad.
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