DOOM fue un juego adelantado a su tiempo, y hoy mantiene un potencial impresionante. El clásico de 1993 llegó en una época en la que los juegos 3D tenían un coste prohibitivo e inasumible en PCs de consumo general, porque el procesador tenía que hacerse cargo de procesar toda la carga de trabajo 3D mientras asumía, al mismo tiempo, sus propias tareas.
Los desarrolladores recurrieron a diferentes trucos para poder ofrecer juegos con elementos 3D, como por ejemplo el uso de escenarios pre-renderizados en el inolvidable Alone in the Dark, minimizar la carga poligonal y recurrir a la combinación de elementos 2D y 3D para crear mundos tridimensionales con un consumo de recursos razonable para la época.
Con el motor idTech de primera generación el equipo de id Software logró algo que parecía imposible, crear un juego en perspectiva subjetiva que ofrecía escenarios tridimensionales espectaculares para la época, con una gran cantidad de detalles, un alto número de enemigos y una distancia de visión impensable hasta entonces.
El juego más importante que llegó basado en ese motor gráfico fue DOOM, un título que sentó las bases de los juegos de acción en primera persona, y que técnicamente fue totalmente revolucionario.
Combinaba elementos 3D con elementos en 2D reducir el consumo de recursos, y tenía limitaciones importantes, como por ejemplo que no permitía saltar ni mirar hacia arriba o hacia abajo, pero marcó un gran punto de inflexión en su época e hizo gala de una optimización espectacular.
Cómo funciona DOOM en un PC de casi 4.000 dólares
Cuando id Software lanzó DOOM sus requisitos eran muy claros, nos hacía falta como mínimo un PC con un procesador 386, 4 MB de RAM y una gráfica VGA. También ocupaba unos 40 MB de espacio de almacenamiento, si no recuerdo mal. Hoy en día estos requisitos son irrisorios, pero en 1993 no eran ninguna broma.
DOOM llegó al mercado en diciembre de 1993, unos meses después del lanzamiento de los primeros Intel Pentium. Sin embargo, el precio de estos procesadores era tan alto (964 dólares cada CPU, equivalente a 2.145 dólares de hoy), y los problemas de compatibilidad hacían que en ese momento no fuese realmente viable jugarlo en un Pentium.
El verdadero hardware de gama alta que estaba vigente, y que era viable, cuando llegó DOOM al mercado era el Intel i486 DX2, un modelo que funcionaba a 66 MHz y que en 1992 costaba 682 dólares, que ajustados a la inflación actual serían 1.553 dólares. Fue lanzado a finales de 1992, así que era una CPU avanzada cuando dicho juego llegó al mercado.
Este procesador se podía conseguir con 128 KB de caché L2 o con 256 KB de caché L2. El segundo ofrecía un mejor rendimiento pero también era mucho más caro, y en general la diferencia de rendimiento que existía entre ambos no justificaba el aumento de precio, algo que ocurría mucho con los componentes tope de gama de los años noventa.
Con un Intel i486 DX2 era posible jugar a DOOM, pero no podía mantener medias estables de 30 FPS. El juego puede caer incluso por debajo de los 20 FPS en zonas donde hay muchos enemigos, y también en mapas de mayor amplitud. En zonas estrechas y con pocos enemigos el rendimiento mejora, pero no es representativo de la realidad el juego.
Utilizar una tarjeta gráfica VLB en vez de un modelo ISA mejora el rendimiento de forma significativa, pero el verdadero salto en términos de rendimiento se produce al utilizar un procesador Intel Pentium, ya que con este procesador sí que es posible jugar a DOOM en su máximo esplendor, con calidad alta y una tasa de 35 FPS totalmente estable.
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