Para desgracia de los de Cupertino, solo con mencionar el iPhone Air ya empieza a parecer que hablamos de expectativas no cumplidas. Un dispositivo que, como el mini o el Plus, se presentó como una solución a una supuesta necesidad de mercado, pero que con el tiempo ha demostrado no encajar del todo en los hábitos (o en los presupuestos) de los usuarios. Entre la apuesta conceptual y la realidad comercial, el modelo más delgado de la historia reciente del iPhone lleva tiempo suspendido en un limbo peculiar, sin confirmar si su historia será breve o, simplemente, intermitente.
Presentado como una variante ultraligera, con un chasis más fino que cualquier otro modelo en la línea, el iPhone Air generó cierta curiosidad, pero no ha logrado consolidarse en el mercado. Las ventas iniciales han sido modestas y su encaje dentro de la gama no ha terminado de quedar claro: no compite en potencia, tampoco en precio, y su principal argumento —la delgadez— resulta cada vez menos atractivo frente a una autonomía justa y una cámara limitada.
Esa sensación se ha visto reforzada recientemente, cuando diversos informes apuntaron a que el desarrollo del iPhone Air 2 había sido cancelado de forma indefinida. Según estas filtraciones, el dispositivo habría sido retirado de la hoja de ruta interna de la compañía, lo que alimentó la idea de una cancelación definitiva. El silencio oficial y la ausencia de señales en las cadenas de suministro parecían confirmar esa hipótesis.
Sin embargo, más recientemente, se ha reactivado la posibilidad de que Apple no haya abandonado del todo este experimento. La compañía estaría trabajando en una segunda generación del iPhone Air con vistas a lanzarla en la primavera de 2027, como parte de un calendario desdoblado que acompañaría a la serie iPhone 18. Esta planificación atípica —fuera del ciclo tradicional de septiembre— sugiere que el Air pasará a ser un modelo al margen de las prioridades principales de la gama.
Lo que se conoce del futuro modelo apunta a una mejora sustancial respecto al primero. Se espera que integre por fin una segunda cámara trasera, una batería más generosa y un rediseño interno que permita ganar eficiencia térmica sin engrosar demasiado el cuerpo. El reto, en cualquier caso, será equilibrar estas mejoras con el atributo que da sentido a la denominación Air: la delgadez. Cuanto más se parezca a un iPhone normal, más se difumina su razón de ser.
Parte de esta indefinición estratégica viene dada por su estatus peculiar. El iPhone Air no sigue la numeración habitual del resto de modelos, lo que da a Apple más margen para moverlo o pausarlo sin afectar la coherencia del catálogo. Esa flexibilidad puede interpretarse como una ventaja o como una señal de que su papel en la gama es accesorio. Por ahora, la marca puede decidir en cualquier momento recuperar o abandonar el dispositivo sin grandes explicaciones, como ya hizo con el mini y el Plus.
Así que sí, el futuro del iPhone Air sigue literalmente en el aire. A medio camino entre el concepto y el producto comercial, no termina de morir ni de consolidarse. Si finalmente se lanza en 2027, será una segunda oportunidad que podría reescribir su historia. Pero si vuelve a desaparecer del calendario, no habrá mucha sorpresa. El Air, al fin y al cabo, nació ligero de todo… menos de expectativas.
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