No todas las historias del videojuego terminan con un final feliz, y algunas enseñan más que los propios éxitos. Remedy, el estudio finlandés detrás de Control y Alan Wake 2, ha tenido que reconocer una pérdida significativa derivada de su último proyecto, FBC: Firebreak. El juego, lanzado hace apenas unos meses, no ha logrado cumplir sus expectativas ni en recepción ni en rendimiento económico, y el golpe se ha reflejado con claridad en sus cuentas: una depreciación de activos por valor de 14,9 millones de euros.
El proyecto nació con la intención de ampliar el universo de Control a través de un formato cooperativo. FBC: Firebreak es un shooter para tres jugadores ambientado en el mismo mundo que la Oficina Federal de Control, pero con un enfoque completamente distinto. Su estructura se basa en misiones PvE, progresión compartida y un sistema de personalización mediante perks y resonancias, elementos diseñados para dotar de profundidad al combate y al crecimiento del jugador. La idea era ofrecer una experiencia más directa y accesible que la del título original, pero sin perder el sello narrativo y atmosférico que caracteriza a Remedy.
Sin embargo, las buenas intenciones no se tradujeron en resultados tangibles. Pese a su lanzamiento en plataformas como Game Pass y PlayStation Plus, FBC: Firebreak no ha conseguido atraer ni retener a la base de jugadores necesaria para sostener su modelo. La propia Remedy ha reconocido públicamente que el rendimiento comercial ha sido muy inferior al esperado, lo que le ha obligado a revisar sus previsiones para el cierre del ejercicio 2025. En términos financieros, la empresa habla de un impacto directo sobre la rentabilidad del trimestre y de la necesidad de reajustar su hoja de ruta.
Las causas de este tropiezo parecen estar repartidas entre varios factores. En primer lugar, el juego llegó al mercado con una propuesta de identidad algo difusa: demasiado estructurado para los fans del universo Control, pero con poca diferenciación para competir en el saturado género de los cooperativos online. A ello se sumó un sistema de progresión confuso, que los jugadores consideraron innecesariamente opaco. Remedy intentó reaccionar con la actualización Breakpoint, revisando el equilibrio de las habilidades y la frecuencia de recompensas, pero el daño ya estaba hecho.
Pese a este revés, Remedy sigue siendo uno de los estudios más destacables de estos tiempos. En los últimos años ha demostrado una capacidad creativa y técnica sobresaliente. Control consolidó un universo propio, narrativamente cohesionado y visualmente impactante; Alan Wake 2 se ha convertido en uno de los referentes del thriller moderno por su dirección artística y su audacia narrativa; y los remakes de Max Payne en desarrollo anticipan el regreso de una saga icónica bajo una visión contemporánea. Firebreak, en comparación, representa una desviación experimental que no ha alcanzado su objetivo, pero que tampoco empaña la trayectoria general del estudio.
El futuro de FBC: Firebreak sigue siendo incierto. Remedy ha asegurado que mantendrá el soporte al título, introduciendo ajustes en su economía interna, nuevos modos de misión y mejoras en la estabilidad de los servidores. Aun así, el reto de recuperar la confianza de la comunidad es enorme. Con una base de jugadores reducida y un flujo de contenido limitado, el riesgo de que el juego quede relegado a la irrelevancia es alto. La compañía parece decidida a intentarlo, quizá más por compromiso con su propio universo narrativo que por expectativas comerciales reales.
A veces, los estudios más creativos tropiezan justo cuando intentan salirse del molde. FBC: Firebreak quiso ser una extensión ambiciosa del mundo de Control, pero se ha convertido en un aviso de los peligros de diversificar sin una base sólida. Remedy, sin embargo, conserva algo más valioso que un balance positivo: una identidad. Y esa identidad, que ha dado obras tan notables como Alan Wake 2 o Control, es la que puede transformar este revés en una lección. Porque en los videojuegos, como en la vida, no todos los fracasos restan: algunos enseñan cómo volver a construir desde el fuego.
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