El tren frena a pocos metros de donde estoy escondido, las chispas saltan detrás de las ruedas hasta que la magnífica bestia metálica se detiene con un chirrido insistente y penetrante. Me encanta el sonido de los frenos del tren, hay pocas cosas en este mundo que me parezcan agradables pero este sonido me transporta a de donde yo provengo. La locomotora emite un zumbido eléctrico intenso esperando sobre las vías, agazapada en la oscuridad con decenas de vagones enganchados tras ella. Espero un poco y observo a mi alrededor. He estudiado la zona cuidadosamente y no debería de pasar nadie por aquí pero aún así prefiero asegurarme. La noche es fresca y sin luna y las pocas y mortecinas luces no obstruyen la vista de las estrellas. Las mismas que hace dos días observaba desde la ventana de mi cuarto. De mi celda acolchada en realidad. Escuchando como Mateo, mi vecino de la puerta del pasillo a la derecha, cantaba a las criaturas del infierno convencido de que así las apaciguaba para que no fueran a visitarle. Escuchando el llanto de Santiago, mi vecino de la otra puerta, que pedía perdón a su familia por lo que había hecho. Nunca le pregunté. A mi me encerraron porque les dije que me dolían los colores, pero era cierto. Me costó unos años ponerles nombre: el rojo es el que más me quemaba los ojos, el verde y el azul me provocaban náuseas con una sensación de opresión en los pulmones. Les dije que el aire era demasiado ligero y que pesaba demasiado. Que me habían abandonado en el cuerpo de un hombre borracho y que solamente quería volver a casa. He de decir que Marcos, mi primer psicólogo, tuvo mucha paciencia conmigo, se quedó fascinado con mi descripción de mi hogar, con océanos de melaza amarilla, con bosques de lamas de acero, con nuestros seis soles.
Pero entonces el director dijo que simplemente estaba loco. Les escuché mientras discutían en el despacho. No se molestaban en hablar en voz baja. Y le despidieron ese día. Creo que por decir que notaba que yo decía la verdad, que me creía de verdad mis historias. El director se rió de él y le preguntó si quizás no fuera él el que necesitaba un psiquiatra. Fue Marcos el que me regaló las gafas con cristales amarillos que me permitían ver las cosas sin que me doliera. Desde ese día me las ponía antes de abrir los ojos. Y cuando se marchó Marcos siguieron años en los que ya no me preguntaban prácticamente nada sino que me daban pastillas. No he sido nunca violento, aunque al principio me costó dominar este cuerpo y tuve problemas para caminar recto y empujaba a la gente sin querer. Y aún así me daban pastillas «para que estés más tranquilo». Me las he tomado siempre y nunca he notado nada. Quizás han aumentado mi nostalgia. Así que decidí escaparme de ese sitio. Las máquinas simples no son un problema, sólo tengo que pensar en ellas, en cómo funcionan, para activarlas o apagarlas. Cerraduras, alarmas, cámaras… Santiago se dio cuenta que me iba y me despidió «diles que lo siento…» Le dije que lo haría, mientras Mateo cantaba: «Lucifer, Mammon quedaos en vuestras cuevas. Asmodeo y Leviatán sentaos sobre las brasas del infierno, Belcebú, Satanás y Belfegor, seguid jugando a las cartas. Nada se os ha perdido aquí arriba…» Abro la puerta del vagón de carga, que es simplemente un pestillo con candado. Me acomodo entre los paquetes y compruebo que mis gafas de cristales amarillos estén en su sitio. Lo siguiente que haré, cuando este tren me lleve lejos, mi siguiente paso… no lo se. No tengo un plan pero este planeta me incomoda, como un mal picor. Así que algo tendré que hacer. Y el tren con un sonido deliciosamente metálico se puso en marcha.
Hay automóviles que nacen con un propósito bien definido y los todoterreno son un caso claro en el que todo el diseño y la concepción del vehículo están orientados a superar obstáculos fuera del asfalto. Y en un mercado como el de Estados Unidos en el que los «camiones ligeros» (pick ups, SUV y todoterrenos) estaban en pleno auge la apuesta de Ford por un todoterreno ligero (según los estándares norteamericanos) para enfrentarse a los modelos de Jeep y Chevrolet tenía que cumplir con todos los requisitos. Así el Ford Bronco se convirtió en algo más que un todoterreno; es una leyenda automovilística estadounidense que gracias a la marca norteamericana vuelve a sus catálogos.
Modelo analizado
Ford Bronco
Motor y acabado
Outer Banks 2.7 V6 EcoBoost Auto 4×4
Potencia
334 CV
Velocidad máxima
161 Kmh
Aceleración o-100
6,7 s
Largo/ancho/alto
4811/1928/1852 mm
Potencia máxima RPM
334 CV
Par máximo Nm/RPM
563 Nm
Caja de cambios
Automático
Web
https://www.ford.es/
Precio
87.095 euros
Nacido en 1966 como un vehículo compacto y versátil capaz de enfrentarse al Jeep CJ, evolucionó a través de cinco generaciones, creciendo en tamaño y adaptándose a los tiempos, hasta cesar su producción en 1996. Tras 25 años de ausencia, Ford decidió resucitar el mito en 2021, volviendo a sus raíces con un diseño neo-retro inconfundible y unas capacidades 4×4 de primer nivel volviendo a las exigencias de los orígenes del modelo, pero adaptándolo a un mercado cada vez más exigente sobre una plataforma moderna y con tecnología actual. Asentado en EEUU, Ford ha decidido que este icono merecía cruzar el charco y llega a Europa, y concretamente a España, en cantidades limitadas y con la versión de cuatro puertas, dispuesto a plantar cara a rivales consolidados como el Jeep Wrangler y el Land Rover Defender que llevan asentados un tiempo a este lado del océano.
Transición
Como hemos visto en otras pruebas Ford se encuentra en plena y laboriosa transición hacia la electrificación, resucitando también modelos míticos para ello, pero no olvida sus raíces ni a sus modelos más pasionales aunque menos «sostenibles». La llegada del Bronco a España, exclusivamente con el potente motor 2.7 V6 EcoBoost de 335 CV y en los acabados Outer Banks que hemos probado (más orientado al confort y estilo) y Badlands (más extremo), es toda una declaración de intenciones. Es un coche de nicho, dirigido a entusiastas que buscan imagen, prestaciones y, sobre todo, una capacidad todoterreno sobresaliente, sin las ataduras (ni las ventajas en etiqueta y consumos) de la hibridación. Está claro que Ford no busca precisamente un «best seller» debido a su precio y a las limitadas unidades disponibles, pero su impacto en imagen de marca es indudable. Busca posicionarse como una alternativa más confortable en carretera que un Wrangler y más «auténtica» y desenfadada que un Defender.
Si la primera impresión es la que cuenta, este modelo realmente hace viajar al pasado en ese primer vistazo con unas líneas fuertemente inspiradas en el modelo lanzado en los 70. Y sin embargo al examinarlo con más atención encontramos un diseño que es una reinterpretación moderna y pensamos que muy acertada del modelo original de 1966, con líneas rectas, proporciones cuadradas como en el bronco de antaño, pero con detalles más modernos en un conjunto que deja muy claro que se trata de un vehículo dispuesto a todo y capaz de superar cualquier obstáculo y emprender cualquier tipo de aventura fuera del asfalto y dentro de él.
El frontal es inconfundible con la misma combinación de elementos y los característivos faros redondos que en el original . La parrilla rectangular, con las grandes letras «BRONCO» en el centro, flanqueada por los mencionados faros redondos, ahora con tecnología LED y una firma lumínica característica, evoca directamente al clásico. El paragolpes, robusto y preparado para el trato duro, aunque en esta versión Outer Banks es algo más estilizado que en el Badlands, integra los faros antiniebla y deja a la vista los ganchos de remolque, subrayando su innegable vocación off-road. La elevada altura libre al suelo y los cortos voladizos también dejan claro las intenciones de Ford de fabricar una verdadera bestia off-road.
Líneas rectas
Visto de lado, el Bronco Outer Banks 4 puertas (el único disponible en España) destaca una vez más por las líneas rectas que definen una silueta cúbica, sus grandes pasos de rueda (en este acabado, pintados en el color de la carrocería) y sus llantas de 18 pulgadas con neumáticos All-Terrain le dan un aspecto robusto y preparado para todo tipo de obstáculos. Las puertas sin marco son una de sus señas de identidad, diseñadas para que incluso se puedan desmontar y guardarse a bordo (aunque esta operación requiere tiempo y herramientas). Los retrovisores, anclados al pilar A y no a las puertas, permiten mantener la visibilidad legal incluso sin ellas. El techo rígido, también desmontable por paneles, ofrece una versatilidad única, permitiendo configuraciones tipo Targa o completamente descapotable. Desmontando puertas y techo podemos obtener un verdadero Buggy, más ligero y con una imagen playera extrema preparado para saltar de duna en duna.
La zaga mantiene la estética robusta del resto del Bronco. Como suele ser habitual en este tipo de modelos, el portón trasero es de apertura lateral (hacia la derecha) y sobre él va anclada la rueda de repuesto de tamaño completo, todo un clásico 4×4. Los pilotos traseros verticales, con tecnología LED, son sencillos pero efectivos y siguen también la estética del modelo original. La luneta trasera se puede abrir de forma independiente hacia arriba, facilitando el acceso a objetos pequeños sin necesidad de abrir todo el portón en los casos en los que no sea posible o sea incómodo por donde hayamos aparcado.
El interior del Bronco busca un equilibrio entre la robustez necesaria para un todoterreno puro que tiene que sufrir el castigo del acceso de personas con barro y agua en los zapatos y la tecnología y el confort esperados en un coche de su precio en 2024. Los acabados son, en general, sólidos, pero con una clara orientación a la durabilidad y la facilidad de limpieza más que al lujo. Abundan los plásticos duros pero con buenoas texturas, algo que podría chocar en un coche de más de 85.000 euros, pero que tiene sentido en un vehículo pensado para ensuciarse. Ford ha priorizado materiales resistentes al agua y al desgaste, e incluso ofrece alfombrillas de goma y tapones de drenaje en el suelo para que los vadeos no supongan un problema.
Cómodo pero robusto
Los asientos del Outer Banks, tapizados en cuero (en el mercado español), son cómodos y ofrecen buen soporte para viajes largos, aunque quizás pequen de poca sujeción lateral en conducción off-road intensa para la que en ocasiones tendremos que utilizar los asideros encima de las puertas. La postura de conducción es muy elevada, dominando la carretera y ofreciendo una excelente visibilidad frontal, ayudada por las «miras» en las esquinas del capó. La habitabilidad es buena en general al tratarse de un coche de un tamaño considerable. Las plazas delanteras son amplias y las traseras ofrecen espacio suficiente para las piernas y una altura generosa, gracias a la forma cuadrada del techo. La anchura permite viajar a dos adultos con comodidad, aunque un tercero irá algo más justo aunque un poco más cómodo que en un SUV equivalente.
El maletero, con 504 litros es correcto, aunque la intrusión de los pasos de rueda y la barra antivuelco le restan algo de regularidad, algo que ya encontramos en otros modelos de la competencia con una concepción parecida. Abatiendo los asientos traseros, el espacio crece considerablemente, permitiendo cargar objetos voluminosos sin problemas. La apertura lateral del portón puede ser incómoda en aparcamientos estrechos, pero facilita el acceso total para introducir objetos que ocupen el maletero casi comletamente a lo ancho. La capacidad de desmontar puertas y techo multiplica la sensación de espacio y versatilidad. Los huecos para dejar objetos son abundantes, incluyendo redes en las puertas, una guantera generosa, posavasos y un cofre central. Destaca la barra en la parte superior del salpicadero, diseñada para anclar soportes para móviles o cámaras de acción, un guiño a su espíritu aventurero.
Donde quizás se nota más la modernización de este modelo es en el apartado del sistema de información y entretenimiento. El Bronco Equipa el sistema Ford SYNC 4, gestionado a través de una impresionante pantalla táctil central de 12 pulgadas. Su funcionamiento es rápido, intuitivo y con gráficos modernos. Ofrece conectividad total con Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos, navegación con mapas topográficos y control por voz avanzado. La instrumentación combina una esfera analógica con una gran pantalla digital configurable, mostrando información del viaje, multimedia, ayudas a la conducción y datos específicos de todoterreno (inclinación, ángulos, etc.). La pantalla está encajada y hundida en el salpicadero para protegerla al máximo de posibles roces y golpes. La insonorización es correcta para un coche de este tipo, pero no esperemos el silencio de un SUV de lujo. El ruido aerodinámico se hace presente a velocidades de autopista, especialmente debido a las formas cuadradas y al techo desmontable. El motor V6, sin embargo, ofrece un sonido agradable y contenido a ritmos normales. El sistema de sonido, firmado por B&O en este acabado, ofrece una calidad de audio notable.
Bien equipado
El Bronco Outer Banks viene bien equipado con el paquete Ford Co-Pilot360, que incluye control de crucero adaptativo, sistema de mantenimiento de carril, alerta de ángulo muerto, cámara de 360 grados y frenada de emergencia. Para el off-road, cuenta con el selector de modos G.O.A.T. (Goes Over Any type of Terrain), que en el Outer Banks incluye Normal, Eco, Sport, Resbaladizo, Arena y Barro/Surcos. Además, dispone de reductora (4L), bloqueo del diferencial trasero, control de descenso y el innovador «Trail Turn Assist», que frena la rueda trasera interior para reducir drásticamente el radio de giro en pistas muy cerradas, y el «Trail One-Pedal Drive» para un control más preciso a baja velocidad en zonas técnicas. Todo un conjunto de sistemas y ayudas para la conducción todoterreno que permite buenos resultados sin necesidad de una gran experiencia.
Bajo el capó del Bronco europeo ruge el 2.7 V6 EcoBoost. Un motor biturbo de gasolina que entrega 335 CV y un generoso par de 563 Nm que permite salir de casi cualquier situación comprometida. Es un propulsor lleno de fuerza en toda la gama de revoluciones, capaz de mover con soltura las más de 2,3 toneladas del Bronco tanto sobre el asfalto como fuera de él. Ofrece una respuesta contundente y un sonido evocador, aunque su consumo es elevado, rondando los 14 L/100 km de media real, una cifra esperada para su potencia y aerodinámica. La caja de cambios es una automática de 10 velocidades por convertidor de par. Funciona con suavidad en conducción tranquila y es suficientemente rápida cuando se le exige, seleccionando bien la marcha gracias a su elevado número de relaciones. Se puede manejar de forma secuencial mediante botones en la palanca, aunque se echan en falta unas levas. El sistema de tracción 4×4 del Outer Banks es conectable electrónicamente (EMTC). Permite circular en 2H (trasera), 4H (total automática), 4L (total con reductora) y, a diferencia del Badlands, no tiene un modo 4A permanente. Se complementa con el bloqueo del diferencial trasero.
Bien en todas partes
En cuanto a la conducción de este Bronco lo hemos llevado a distintos terrenos. La ciudad es claramente el territorio donde este modelo se encuentra más fuera de lugar, y aún así es capaz de moverse con sorprendente agilidad para su tamaño. La dirección es ligera y la caja de cambios suave. La elevada postura de conducción da una gran visibilidad, aunque sus dimensiones (4,81 m de largo y 1,93 m de ancho sin contar espejos) requieren atención al maniobrar y aparcar. La cámara 360 es una ayuda indispensable. El consumo urbano se dispara fácilmente por encima de los 16-18 L/100 km incluso sin requerir demasiado al acelerador.
En carreteras secundarias y con curvas, el Bronco Outer Banks muestra un comportamiento más civilizado y confortable que otros modelos similares. La suspensión independiente delantera (HOSS 1.0) ayuda a contener los balanceos mejor que un eje rígido, aunque siguen siendo notables si forzamos el ritmo en terrenos virados. La dirección precisa y el coche se siente estable en casi cualquier circustancia, aunque no es recomendable buscarle las cosquillas por muy controlada que parezca la situación. No hay que olvidar que es un todoterreno grande y pesado y a pesar del delicioso V6 no estamos al volante de un deportivo, y hay que ser consciente de su centro de gravedad elevado y sus neumáticos All-Terrain, pero permite viajar a ritmos alegres con confianza y un confort notable.
Es en autopista donde más agradece su enfoque más «rutero» frente a otros 4×4 puros más rudos. Es cómodo para viajes largos, con un motor que trabaja a bajas vueltas y una suspensión que filtra bien las irregularidades para lo que es un coche de sus características. El ruido aerodinámico es el principal hándicap, aunque tolerable gracias a una insonorización algo mejor de lo que esperábamos en un vehículo de este tipo. El control de crucero adaptativo y las ayudas a la conducción facilitan mucho los trayectos largos.
Hemos puesto a prueba las capacidades off-road del Bronco en diversas pistas de la Sierra de Gredos, encontrando nieve, barro y zonas rocosas e incluso placas de hielo. Y el resultado ha sido sobresaliente. Con la reductora conectada y el modo de conducción adecuado, el Bronco supera obstáculos con una facilidad pasmosa calibrando de forma automática la tracción para superar distintos obstáculos. Sus ángulos (35,5º de ataque, 20º ventral y 29,7º de salida) y su altura libre (237 mm) son buenos, y el bloqueo trasero marca la diferencia en situaciones de baja adherencia. El «Trail Turn Assist» nos sorprendió por su eficacia. El motor empuja con fuerza desde muy abajo y la caja de cambios gestiona el par a la perfección. Hemos vadeado arroyos sin problemas gracias a sus 800 mm de capacidad. Se siente robusto, fiable y tremendamente capaz, demostrando que su legendario nombre no es solo marketing.
Conclusiones
El Ford Bronco Outer Banks es un coche difícil de justificar con la cabeza en Europa: es grande, caro (desde 86.900€), gasta mucho y tiene etiqueta C. Pero hay que tener en cuenta que es un coche con un objetivo: ser imparable. Los factores económico y práctico pasan a un segundo plano, de la misma forma que cuando buscamos un deportivo. Es de todas formas un coche que enamora por su espíritu. Su estética es brutal, su historia es legendaria y sus capacidades off-road son indiscutibles. Ford ha hecho un gran trabajo al crear un vehículo que, sin renunciar a una capacidad 4×4 de primer nivel, ofrece un nivel de confort, tecnología y seguridad en carretera que podríamos incluso comparar con algunos SUV, y un carácter tan aventurero y con esa característica única de su capacidad de desmontarse por piezas que lo coloca como uno de los 4×4 más radicales.
En un mercado que vira hacia la electrificación, el Bronco es un «rara avis», un sentido homenaje a los grandes todoterrenos de combustión. Ford lo sabe y por eso lo trae en series limitadas, como un producto de imagen y para satisfacer a un público muy específico. Su estrategia parece ser mantener vivos sus iconos más fuertes mientras avanza en la electrificación con gamas como la Mustang Mach-E o la F-150 Lightning (esta última no en Europa). Respecto a la plataforma T6 compartida con el Ranger y, por extensión, con el Volkswagen Amarok, las diferencias son enormes. Aunque la base sea similar, el Bronco es un SUV con un enfoque lúdico y de aventura, con una carrocería y suspensiones específicas, mientras que el Amarok es una pick-up orientada al trabajo y la carga, aunque muy capaz y refinada. Son dos interpretaciones muy distintas de una misma base robusta. En definitiva un juguete caro pero apasionante.
Valoración Final
7.9
NOTA
NOS GUSTA
Diseño exterior
Capacidades todoterreno
Personalización
A MEJORAR
Precio
Ruido aerodinámico
RESUMEN
El Ford Bronco no decepciona y es lo que busca: un todoterreno robusto, confortable y potente con un diseño que evoca fuertemente al icónico modelo del pasado.
Prestaciones8.5Diseño8.5Consumo6.5Confort8Sistema de infoentretenimiento8
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