Durante años, organizar un viaje ha sido una labor de múltiples pestañas: una para vuelos, otra para hoteles, una tercera para restaurantes y, con suerte, alguna más para itinerarios improvisados. Pero esa fragmentación está comenzando a difuminarse. Google, en su avance hacia una inteligencia artificial más operativa, ha comenzado a integrar la planificación de viajes directamente en su buscador mediante Canvas, una herramienta que reconfigura la forma en que pensamos los trayectos. Lo que antes era un rompecabezas de enlaces, ahora se perfila como una conversación continua con una IA dispuesta a trazar mapas, fechas y experiencias.
Canvas se presenta como una extensión visual del modo AI en el buscador de Google, ya disponible en fase experimental para algunos usuarios en Estados Unidos. A diferencia de las respuestas tradicionales basadas en enlaces, esta nueva función construye un espacio interactivo donde los planes de viaje se organizan por bloques, mostrando ciudades, actividades sugeridas, horarios y mapas en un entorno gráfico que puede editarse o perfeccionarse a medida que avanza la conversación. Es, en esencia (y como su propio nombre indica), un lienzo donde la inteligencia artificial va componiendo un itinerario personalizado en tiempo real.
La experiencia se articula como un diálogo: el usuario propone ideas o deseos generales —“quiero pasar cinco días en Japón en marzo”— y la IA responde con una estructura inicial de viaje. A partir de ahí, se pueden afinar los detalles con nuevas preguntas o solicitudes: cambiar de ciudad, añadir visitas culturales, ajustar el ritmo del viaje o introducir preferencias gastronómicas. Todo se modifica sin perder el contexto anterior, como si la conversación se tratara de una libreta inteligente que recuerda, ajusta y propone.
Más allá de la planificación general, Google también ha empezado a integrar funcionalidades que permiten realizar reservas directamente desde esta interfaz. Restaurantes, visitas guiadas, entradas a espectáculos y otros elementos logísticos comienzan a formar parte del ecosistema. El buscador deja de ser un punto de partida y se convierte en un centro de operaciones desde el que se puede pasar, con fluidez, de la inspiración a la acción. La ambición es clara: no solo sugerir, sino facilitar que todo ocurra dentro del propio entorno de Google.
Para reforzar esta propuesta, la compañía ha establecido colaboraciones con plataformas como Booking.com, Expedia y Marriott, y ya trabaja en integrar opciones de vuelos y hoteles directamente en el flujo de conversación. Esta aproximación convierte a Google en un actor cada vez más presente en el sector turístico, compitiendo no solo con metabuscadores, sino también con agencias de viajes digitales. Canvas actúa como una interfaz que agrupa y da sentido a los servicios dispersos, ahora coordinados por la IA.
Todo esto plantea preguntas interesantes sobre el papel de los grandes buscadores en nuestra organización cotidiana. Si Google ya nos sugiere rutas, fechas, restaurantes y actividades, y pronto podrá también hacer las reservas por nosotros, ¿cuánto de nuestra autonomía estamos delegando? Personalmente, me intriga la comodidad que esto representa, pero también la necesidad de no ceder el control completo. El arte de viajar, después de todo, no solo está en llegar, sino en decidir cómo se camina cada paso del trayecto.
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