La espera por GPT-5, el nuevo gran modelo de lenguaje de OpenAI, se está haciendo particularmente larga. Y es normal, claro, primero porque con él se ha roto una cadencia de lanzamientos que la gente daba por segura. Más aún, si tenemos en cuenta que la propia tecnológica ha tenido que confirmar en varias ocasiones que se veía obligada a retrasar su lanzamiento. Y, por último pero no menos importante, por la enorme cantidad de expectativas que se han generado alrededor de esta gran evolución del modelo de referencia.
Ahora, sin embargo, parece que la cuenta atrás está cerca de finalizar. Según ha confirmado Jason Kwon, Chief Strategy Officer de OpenAI, GPT-5 está ya “cerca de completarse”, lo que apunta a un lanzamiento inminente. Kwon no ha precisado una fecha concreta, pero ha señalado que el nuevo modelo superará a GPT-4 en términos de razonamiento, codificación e inteligencia general. Este tipo de afirmaciones refuerza el entusiasmo generalizado, aunque también reabre viejos debates sobre hasta qué punto OpenAI acierta en su estrategia de comunicación cuando se trata de modular las expectativas que genera.
Y es que no podemos olvidar que el lanzamiento de GPT-4 ya dejó un regusto agridulce en algunos sectores. Aunque se trató de un avance significativo frente a GPT-3.5, hubo quien esperaba una revolución más marcada, especialmente porque el salto se produjo en un momento en el que la inteligencia artificial generativa ya estaba en plena ebullición. Con GPT-5, OpenAI promete una mejora clara en áreas como el razonamiento contextual, la capacidad de ejecución de instrucciones complejas y mejoras en su funcionamiento multimodal, es decir, el uso combinado de texto, imagen, sonido y quizá vídeo, en un mismo flujo conversacional.
Los desafíos para conseguirlo no son menores. Entrenar un modelo como GPT-5 implica ingentes recursos computacionales, una supervisión extrema en el proceso de alineamiento para evitar sesgos o comportamientos no deseados, y una arquitectura que no solo ofrezca rendimiento, sino también eficiencia energética y viabilidad a largo plazo. Es aquí donde entra en juego el debate sobre la sostenibilidad de los grandes modelos de lenguaje, que requieren cada vez más datos, más energía y más controles éticos y regulatorios.
A esto se suma una gestión de expectativas que ha resultado, como poco, irregular. Desde los primeros rumores sobre GPT-5, a mediados del año pasado, hasta las confirmaciones de retrasos por parte de Sam Altman y otros ejecutivos de OpenAI, ha habido un goteo constante de promesas, desmentidos y filtraciones que han contribuido más al ruido que a una comunicación clara. Esta estrategia, voluntaria o no, ha puesto aún más presión sobre un lanzamiento que, si no responde a las altísimas expectativas, podría ser percibido como una decepción.
Aun así, la llegada de GPT-5 podría suponer un nuevo salto en las capacidades de los asistentes inteligentes, los desarrollos empresariales y las soluciones especializadas. Su impacto será especialmente visible en herramientas como ChatGPT, pero también en productos integrados de Microsoft y otros, en plataformas de desarrollo de software, de diseño, o incluso en sistemas autónomos que requieran razonamiento avanzado. Habrá que ver, eso sí, cómo se plantea el acceso, tanto en plazos como en límites.
De momento, lo único que podemos hacer es seguir esperando. Aunque parece que, desde este punto, la espera será breve, lo cierto es que las dudas que sobrevuelan este lanzamiento también son más numerosas. ¿Será GPT-5 el salto cualitativo que muchos llevan tiempo anhelando? ¿O nos encontraremos con una evolución continuista, potente pero sin grandes sorpresas? En cualquier caso, lo que está claro es que la historia de los grandes modelos de lenguaje no se detiene, y que cada nuevo capítulo viene cargado de expectativas, promesas y una buena dosis de vértigo tecnológico.
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