Elon Musk vuelve a las andadas, y además lo hace con una de sus técnicas «informativas» favoritas, que tantas veces hemos visto en el pasado. En su cruzada por situarse como el adalid de la transparencia en inteligencia artificial, anunció hace unos días que Grok 2.5 había sido liberado como código abierto. Una noticia que sonaba a bombazo, presentada con la solemnidad habitual de Musk, pero que, como tantas veces ocurre con sus declaraciones, se ha desmoronado en cuanto se ha contrastado con la realidad.
El magnate afirmó que su compañía xAI no solo ponía Grok 2.5 a disposición de la comunidad, sino que además liberaría Grok 3 en apenas seis meses. Un gesto, en apariencia, de valentía y compromiso con la apertura frente a OpenAI, a la que Musk no ha dejado de acusar de opacidad y manipulación. El relato encajaba a la perfección: Musk como héroe frente a los villanos del sector. Pero, claro, solo encajaba si uno se quedaba en el titular.
La verdad es bastante menos épica. Lo que xAI ha publicado no es Grok 2.5, sino Grok 2. Y lo ha hecho, además, bajo una licencia restrictiva que poco tiene que ver con el código abierto real: limita su uso comercial y, por si fuera poco, prohíbe que se utilice para entrenar o mejorar otros modelos. Una “apertura” que se parece mucho a una ventana cerrada con pestillo y cortinas opacas.
Lo irónico del asunto es que Musk ha construido buena parte de su discurso contra OpenAI en base a esta misma crítica: acusar a la compañía fundada por Sam Altman de presentarse como más abierta de lo que realmente es. Y, sin embargo, en el primer gran gesto “open source” de xAI, el magnate recurre exactamente al mismo maquillaje. Cambia el logo, cambia el discurso, pero la trampa es más que evidente a poco que uno rasca en la superficie.
Lo que vemos no es un hecho aislado, sino parte de un patrón. ayer mismo te contábamos la demanda de Musk contra Apple y OpenAI, otra pataleta que más parecía un berrinche personal que un movimiento estratégico. El mismo Musk que denuncia a sus rivales por sus prácticas oscuras, no duda en inflar titulares cuando se trata de colocar a Grok en la conversación, al igual que ya ha hecho tantas veces en el pasado con el resto de sus compañías, aunque para ello tenga que retorcer la realidad, cuando no inventársela directamente.
El problema de fondo no es solo la incoherencia, sino el daño que este tipo de anuncios generan en el ecosistema tecnológico. Al anunciar con bombo y platillo una liberación de código que en realidad no lo es, se genera confusión, se vacía de contenido el concepto de “open source” y se desplaza el debate hacia la egolatría del CEO en lugar de centrarse en los avances técnicos reales.
Mientras tanto, otras compañías como OpenAI, Google o Meta han optado por liberar modelos más antiguos bajo esquemas de apertura parcial, con la intención de fomentar la investigación y la colaboración. No es perfecto, pero al menos las condiciones están claras. Frente a eso, Musk se limita a buscar titulares fáciles, aun a costa de sacrificar credibilidad en un terreno donde la transparencia debería ser la norma y no la excepción.
En definitiva, Musk vuelve a demostrar que su relación con la verdad es tan maleable como sus cambios de humor. Lo preocupante no es que venda humo —eso lo damos ya por descontado—, sino que intente disfrazarlo de compromiso con la transparencia. Al final, con Grok no solo alucinan los modelos en sus respuestas: también alucina su creador cada vez que sube a un escenario a hablar de apertura y honestidad.
Más información / Imagen de apertura generada con IA
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