Cuando Apple presentó en la WWDC 2024 su renovada visión de Siri, muchos interpretaron aquel anuncio como el principio de una nueva era para el asistente virtual. Prometía pasar de ser una voz obediente y algo limitada a un auténtico cerebro contextual, capaz de entender lo que ve el usuario en pantalla, anticiparse a sus necesidades y operar con una naturalidad propia de la inteligencia artificial generativa. Sin embargo, la promesa se ha vuelto a aplazar. Según Bloomberg, Siri no estará lista hasta la primavera de 2026, una espera que suma ya casi dos años desde aquel primer avance público.
La información, firmada por Mark Gurman, indica que Apple prevé integrar las funciones avanzadas de Siri con la llegada de iOS 26.4, lo que nos sitúa en torno a marzo o abril del próximo año. Momento en el que, finalmente, el asistente se estrenará entonces como parte de la plataforma Apple Intelligence. La decisión obedece a una cuestión técnica: el equipo de software ha tenido que abandonar el diseño original (conocido internamente como V1) y apostar por una arquitectura completamente nueva (V2), lo que ha supuesto rehacer desde cero buena parte del sistema.
No es la primera vez que Apple reestructura sus planes con Siri. Como ya te contamos en marzo, la propia compañía calificó los retrasos como “feos y vergonzosos”, y asumió públicamente que las mejoras no estarían listas para iOS 18 ni para las versiones inmediatamente posteriores. Esto no nos pilló por sorpresa pues, poco tiempo antes, ya habíamos adelantado que Apple había cancelado internamente la versión anterior de Siri tras detectar múltiples fallos en pruebas, y que no descartaba retrasos adicionales de hasta dos años. Con lo que ahora sabemos, esos temores no eran infundados.
La demo de la WWDC 2024 ilusionó con una Siri proactiva, que no solo respondía a comandos, sino que observaba el contexto: entendía lo que el usuario tenía en pantalla, se integraba con apps y podía ejecutar tareas complejas sin que hubiera que dictarle instrucciones paso a paso. Esa Siri, capaz de actuar como una verdadera asistente personal con comprensión semántica y visión contextual, sigue sin estar disponible más de un año después de aquel anuncio. Y lo que es peor: Apple ha preferido guardar silencio al respecto durante buena parte de ese tiempo.
Según explicaron fuentes internas a varios medios, una parte significativa de las pruebas con la versión V1 arrojó resultados fallidos —algunos estiman hasta un tercio de los test— lo que obligó a replantear el proyecto desde su base. Craig Federighi, vicepresidente de ingeniería de software, asumió la responsabilidad directa del rediseño, y el equipo optó por no lanzar una versión inacabada. En su lugar, decidieron posponer el lanzamiento para ofrecer un sistema realmente estable, aunque eso suponga perder otra temporada frente a la competencia.
Mientras tanto, otras funciones de Apple Intelligence sí se han ido activando. Genmojis, transcripciones contextuales, reescritura inteligente de textos o resúmenes automáticos ya están disponibles en algunos dispositivos. Pero todas ellas funcionan al margen de Siri, que permanece anclada en su versión tradicional. En la práctica, esto ha convertido a Apple Intelligence en una plataforma aún incompleta, cuyo potencial sigue dependiendo de una pieza central que no llega.
Y mientras Siri espera, el resto del mercado avanza. Google ya ofrece en sus Pixel funciones de asistente contextual con modelos como Gemini Nano. Samsung ha llevado IA generativa a sus Galaxy con herramientas de edición y resumen. Incluso Microsoft y OpenAI están explorando interacciones más naturales entre sus modelos y los dispositivos. Frente a todo esto, Apple se arriesga a quedarse atrás, precisamente en un campo que se ha convertido en punta de lanza de la innovación.
La nueva Siri aspira a ser un asistente híbrido, con una parte funcionando en local y otra en la nube, capaz de ofrecer respuestas personalizadas, entender el entorno del usuario y garantizar la privacidad sin sacrificar capacidades. Pero esta ambición, que Apple quiere ejecutar sin fisuras, también le está costando tiempo y credibilidad. La expectativa acumulada puede jugar en su contra si la versión final no supera con claridad a todo lo anterior.
La primavera de 2026 marcará un momento crucial. Será entonces cuando Apple deba demostrar que no solo ha resuelto los problemas técnicos, sino que ha sido capaz de ofrecer algo que justifique los retrasos y la espera. Porque si tras dos años el resultado no deslumbra, el coste no será solo técnico, sino reputacional. Siri lleva demasiado tiempo anunciando su transformación. Ahora, lo importante no es que llegue. Es que llegue de verdad.
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