Una nueva normativa de la Unión Europea entrará en vigor el 20 de junio de 2025 y tiene como objetivo mejorar el soporte de móviles y tablets aumentando los años de actualizaciones de software y los repuestos para reparación, así como incluir una etiqueta medioambiental que afectará al consumo energético, el embalaje o la resistencia del propio producto.
La UE quiere reducir al máximo la obsolescencia tecnológica y sus graves consecuencias concretadas en basura electrónica y tratamiento de recursos. Durante décadas, se ha acusado a la industria de practicar uno de los tipos de obsolescencia más perjudiciales, el «planificado», una técnica por el que se estudia y calcula un tiempo de vida limitado de un producto electrónico o componente y se desarrolla y vende bajo ese parámetro temporal.
Cuando se cumple el plazo, el equipo cae en desuso al mostrar un rendimiento insuficiente en comparación con los modelos actuales o lo que es peor, el equipo se avería y el gran coste de la reparación obliga a comprar uno nuevo. En definitiva, el producto electrónico queda obsoleto, no funcional, inútil o inservible en un tiempo determinado por el fabricante. El objetivo no es otro que vender nuevos modelos y seguir la cadena.
Mejor soporte de móviles y tablets
La obsolescencia programada ha tenido su punto crítico en el segmento de los smartphones y a ellos apunta especialmente la nueva normativa de la UE. Hay que destacar que la obligación de uso de conectores y cargadores USB Tipo-C ha mejorado la situación y también hay que reconocer que los fabricantes han ido mejorando las actualizaciones de software, un aspecto también vital para aumentar su vida útil.
Una de las medidas clave es que todos los teléfonos inteligentes y tablets vendidos en la UE deberán contar con repuestos compatibles disponibles durante siete años tras la descontinuación de la línea de productos. Esto significa que, si un fabricante deja de vender un modelo este mes, deberá seguir suministrando componentes como baterías, pantallas, cámaras y puertos de carga durante otros siete años. Los usuarios o talleres de reparación deberán recibir estos repuestos en un plazo de cinco a diez días laborables tras realizar el pedido.
Además, las baterías deberán durar al menos 800 ciclos completos de carga y descarga, manteniendo al menos el 80% de su capacidad inicial. Además, los profesionales de la reparación deben poder acceder sin problemas a las actualizaciones de firmware o software necesarias, lo que les permite sustituir módulos o corregir errores con mayor eficacia.
Al mismo tiempo, cada dispositivo móvil deberá mostrar una etiqueta energética que muestre cuán eficientemente usa la energía, cuánto tiempo se proyecta que la batería durará en condiciones normales y cuán resistente es el dispositivo al polvo, agua o caídas accidentales.
También tendrán que mostrar una puntuación de reparabilidad, especialmente en la facilidad de la apertura y acceso a los componentes internos, su reparación y el montaje con herramientas estándar. Factores como si los componentes son modulares, si existen instrucciones de desmontaje y cuán accesibles son las piezas de repuesto se incluyen en esa puntuación. Una puntuación de reparabilidad más alta generalmente significa que tu teléfono o tableta puede permanecer en uso durante más tiempo en lugar de ser desechado prematuramente.
También habrá novedades normativas en el apartado del software, algo en lo que ya han mejorado la mayoría de fabricantes. A partir del 20 de junio de 2025, todos los teléfonos inteligentes y tablets vendidos en la UE tendrán que ofrecer un mínimo de cinco años de soporte de software. Esto incluye no solo parches de seguridad rutinarios, sino también actualizaciones del propio sistema operativo.
La idea de la UE es clara: rebajar la obsolescencia y los residuos electrónicos, obligando a los fabricantes a producir dispositivos más duraderos, sostenibles ambientalmente y que permitan ejercer el derecho a reparar.
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