I’m not your rolling wheels… I’m the highway! R.E.M. («Drive», Automatic for the People, 1992)
Es tarde, tan tarde que es pronto. Jaime está agotado, abandonado en el asiento de atrás del taxi. Ni siquiera se ha quitado la gabardina ni se ha vaciado los bolsillos como suele hacer cuando sube a un coche. No tenía fuerzas. Para su inmenso alivio el chófer que le lleva esta noche a casa no es de los habladores y parece que no le ha reconocido o que le da igual que sea famoso. El murmullo con el que le ha dado la dirección solamente ha obtenido como respuesta un asentimiento de la sombra que se sienta tras el volante. Algo maleducado, piensa Jaime, pero mucho mejor así. Las luces del alba empiezan a rozar las puntas de los edificios del centro y eso le llena una vez más de melancolía y de dudas. La más angustiosa y la que más se repite todas las semanas ¿he sido gracioso esta noche? Una duda que le atrapa la garganta desde hace años a pesar de todos los premios y reconocimientos. No le preocupan los ofendidos, las amenazas, las presiones del gobierno, las reuniones con los directivos que con sonrisas conciliadoras le piden moderación, las llamadas de su madre que le sigue pidiendo que diga «menos palabrotas», el silencio de su padre que le considera un agitador, las redes sociales, la frialdad de su mujer, las llamadas de su abogado… Lo que le preocupa de verdad es no dar con la tecla, dejar indiferente, ser aburrido. Puede soportar cualquier tipo de titular en la prensa, pero la palabra aburrido le provoca una angustia que tiene que combatir con psicofármacos cada vez más fuertes. «Una personalidad débil» decía su antiguo psiquiatra «Claro» decía Jaime «soy cómico, necesito encarnar todos los defectos, contradicciones, torpezas y taras de los que me rio.»
El coche se detiene en un semáforo. No hay ningún otro coche en la calle. Jaime aprovecha para cerrar los ojos, respirar hondo e intentar relajarse. Trata de alejar de su mente el guión que acaba de soltar en el programa. Ya está hecho, se dice, ya no hay vuelta atrás. Pero aún así repasa obsesivamente infexiones, chascarrillos, ironías, burlas… De repente tiene la sensación de que algo no marcha bien. Al abrir los ojos se da cuenta de que esta no es la ruta hacia su casa. Para comprobarlo saca el teléfono móvil. El navegador confirma que esa no es la ruta. «Amigo» se anima a decir tras unos instantes de titubeo «este no es el camino a mi casa…» El chófer no le contesta. Como toda respuesta toma una salida de la circunvalación, ahora están en un barrio que Jaime no reconoce. «Oiga, no se qué pasa pero necesito ir a casa ahora mismo.» Jaime intenta dar firmeza a su voz pero no es un tipo valiente. Sus palabras muchas veces sí lo han sido, pero su cuerpo rechaza cualquier rastro de osadía. Entonces escucha la voz del taxista «usted es comediante.» Jaime se sobresalta. No ha sido una pregunta, el tono era sobrecojedoramente neutro… «Sí» contesta Jaime con una pizca de orgullo escondida en un océano de desasosiego. «Bien» dice el chofer. El coche ha llegado a la periferia de la ciudad. Jaime ha intentado inútilmente llamar por teléfono o mandar un mensaje y tampoco las puertas se pueden abrir. «Por favor» dice entonces «si es un secuestro déjeme supervisar la nota de petición de rescate. Me espantan los errores de ortografía…» El chofer contesta con el mismo tono anodino. «Eso es humor. Lo estudiaremos.» En ese momento una intensa luz envolvió el coche por completo.
Modelo analizado
Leapmotor C10
Motor y acabado
Style Eléctrico AM25
Potencia
218 CV
Velocidad máxima
170 Kmh
Aceleración o-100
7,5 s
Largo/ancho/alto
4739/1900/1680 mm
Potencia máxima RPM
218 CV
Par máximo Nm/RPM
320 Nm
Caja de cambios
Automático
Web
https://www.leapmotor.net/es
Precio
33.724 euros (antes de ayudas)
No es un secreto que el mercado automovilístico internacional ha visto cómo una gran multitud de fabricantes chinos han ido entrando en el mercado occidental con sus modelos, ofreciendo en ocasiones vehículos con un precio muy atractivo a pesar de los aranceles que se imponen a los fabricantes orientales. Estas tasas además han ido provocando movimientos estratégicos para esquivar estos obstáculos y poder competir con ventaja frente a las alternativas del resto de fabricantes. Dentro de este grupo de marcas chinas está Leapmotor, fabricante del modelo C10 que hemos analizado y que para su desembarco en occidente cuenta con una ventaja importante. La marca no llega a Europa en solitario, sino bajo el paraguas de uno de los mayores gigantes de la automoción mundial: Stellantis.
Leapmotor en Europa
Tras adquirir una participación significativa en la compañía china, el grupo euroamericano creó Leapmotor International, una joint venture con sede en Ámsterdam en la que ostenta el 51% del control, para gestionar la comercialización y distribución de sus vehículos fuera de China. Esta alianza es importantísima para Leapmotor y su principal factor diferenciador. Otras marcas chinas también han firmado alianzas con fabricantes y ensambladores o incluso han comprado fábricas en territorio europeo para esquivar los mencionados aranceles. Leapmotor en cambio parte ya con ventaja gracias a las capacidades y recursos del grupo. Esto permite a Stellantis por su lado aprovecharse de la experiencia de la marca china en la fabricación de vehículos eléctricos.
En España, el desembarco ha sido notable. En su primer año, la marca ha mostrado un crecimiento sólido, superando las 1.000 unidades vendidas en el primer semestre de 2025 y alcanzando una cuota de mercado en el segmento de turismos eléctricos del 2% en meses de alta actividad como mayo. Su posicionamiento de precios es agresivo. Con un coste de partida para la versión BEV que ronda los 34.000 euros antes de aplicar las ayudas gubernamentales, el C10 que hemos probado se sitúa en un rango de precios inferior al de sus rivales directos por tamaño y segmento. Las versiones híbridas enchufables también están teniendo una acogida muy positiva.
El C10 es, además, el buque insignia de la nueva arquitectura tecnológica de la compañía, denominada LEAP 3.0. Esta plataforma representa una propuesta tecnológica que integra soluciones de vanguardia como una arquitectura electrónica centralizada y un innovador sistema de batería acoplados directamente al chasis, una solución conocida como Cell-to-Chassis (CTC). Esta técnica no solo optimiza el espacio interior, sino que también aumenta la rigidez estructural del vehículo, un factor clave para la seguridad y el comportamiento dinámico. Nosotros hemos probado la versión 100% eléctrica (BEV), que equipa un motor de 218 CV, aunque también existe una variante de autonomía extendida (REEV) que combina un motor eléctrico con un pequeño generador de gasolina.
Diseño limpio
La primera impresión que transmite el Leapmotor C10 es la de un vehículo de diseño limpio, moderno y, sobre todo, equilibrado aunque con un aspecto tan estilizado que lo aleja de las líneas tradicionales de un SUV. Su diseño es un ejercicio de minimalismo con inspración tecnológica con una elegancia algo fría y sin alardes estéticos o aerodinámicos. El frontal está dominado por una parrilla completamente carenada, un rasgo que comparte con muchos vehículos eléctricos que no precisan de ventilación en el radiador, y una delgada franja de luz LED que une los faros de lado a lado, creando una firma lumínica horizontal que acentúa la anchura y le confiere una presencia robusta en la carretera.
La vista lateral revela unas proporciones regulares con líneas muy fluidas y superficies redondeadas. Elementos como los tiradores de las puertas enrasados con la carrocería contribuyen a esta sensación de limpieza y mejoran la eficiencia aerodinámica, aunque en la práctica pueden resultar algo menos intuitivos y cómodos de accionar que los tradicionales, especialmente con las manos ocupadas. Dependiendo del acabado, el C10 monta llantas de aleación de 18 pulgadas en la versión Style o de 20 pulgadas en la Design, que llenan adecuadamente los pasos de rueda y refuerzan su porte de SUV.
La zaga sigue la misma filosofía de diseño estilizado, con un grupo óptico que también recorre todo el ancho del portón, unificando el conjunto y creando una simetría visual con el frontal. Un detalle de diseño particularmente inteligente es la ubicación del limpiaparabrisas trasero, que se encuentra oculto bajo el spoiler superior. Esta solución no solo contribuye a una estética más depurada, sino que también protege el mecanismo de la suciedad y mejora ligeramente la aerodinámica.
Aspecto sobrio
El inconveniente de esta búsqueda de una estética estilizada y de inspiración tecnológica es cierta falta de carácter. El diseño del C10 es intencionadamente inofensivo que le lleva a ser algo anodino al evitar cualquier rasgo demasiado marcado, quizás buscando contentar a consumidores de todo el mundo, desde el mercado asiático hasta el europeo. El resultado es un coche con un aspecto moderno y agradable, pero que corre el riesgo de ser percibido como falto de identidad en un segmento donde competidores como el Peugeot e-3008 o el Kia EV6 apuestan por una imagen mucho más marcada y personal.
Pasando al interior, el Leapmotor C10 exhibe la virtud del espacio aunque también encontramos en parte esa falta de personalidad en su diseño que notamos en el exterior. Al acceder al habitáculo, la primera impresión es positiva en cuanto a la calidad de ensamblaje. Todo parece sólidamente construido, sin crujidos ni desajustes perceptibles, transmitiendo una sensación de producto bien hecho, aunque en lo que respecta a los materiales hay demasiados plásticos duros, especialmente en las zonas bajas del salpicadero y las puertas. Aunque la calidad no es mala y el tacto es agradable, la elección de materiales y la paleta de colores resulta algo monótona y de nuevo parece más un producto tecnológico que un coche.
Por otro lado y como adelantábamos, el C10 destaca por la habitabilidad. Nos han impresionado también por su comodidad los asientos delanteros con un mullido generoso y un buen soporte lateral además de un buen tacto dela tapicería. Pero es en las plazas traseras donde el C10 se desmarca por completo. El espacio disponible es simplemente descomunal, más propio de una berlina de representación que de un SUV de su segmento. El espacio para las piernas es tan amplio que incluso pasajeros de gran estatura pueden viajar con total comodidad detrás de un conductor igualmente alto. Además, el suelo es prácticamente plano, sin el molesto túnel de transmisión, lo que permite que un quinto ocupante viaje en la plaza central con una comodidad inusual. Esta priorización del espacio trasero es una característica muy arraigada en el mercado chino, donde a menudo se valora más el confort de los pasajeros que la experiencia de conducción.
Maletero aceptable
En cuanto a la practicidad, la capacidad del maletero es de 435 litros, una cifra que se queda algo justa si la comparamos con los referentes de la categoría como el Tesla Model Y. A pesar de ello, el espacio es regular y aprovechable. Al abatir los respaldos de los asientos traseros, la superficie de carga aumenta considerablemente hasta superar los 1.400 litros. Una de las características más curiosas del C10 es la posibilidad de reclinar por completo los asientos delanteros hasta unirlos con la banqueta trasera, creando una superficie casi plana que puede utilizarse como cama. El habitáculo está bien provisto de huecos portaobjetos, con una consola central profunda, grandes bolsillos en las puertas y un cargador inalámbrico para el móvil.
La experiencia tecnológica a bordo del Leapmotor C10 es peculiar. Por un lado, el vehículo despliega un arsenal de hardware que, sobre el papel, es impresionante. El salpicadero está presidido por una enorme pantalla táctil central de 14,6 pulgadas con una impresionante resolución de 2,5K, complementada por un cuadro de instrumentos digital de 10,25 pulgadas para el conductor. El sistema está impulsado por un procesador de última generación que garantiza una respuesta táctil rápida y una fluidez notable en la navegación por los menús, algo que no todos sus rivales pueden presumir. Sin embargo, este brillante hardware se ve lastrado por un software que no siempre responde a los usos a los que estamos acostumbrados con modelos tradicionales.
La dependencia de la pantalla es absoluta, incluso por encima de la experiencia de otros modelos que priman esta funcionalidad como Tesla. Prácticamente todas las funciones del vehículo, desde ajustar la temperatura del climatizador hasta regular la posición de los retrovisores exteriores o cambiar el modo de conducción, están relegadas a submenús en la pantalla táctil y a veces es laborioso dar con el menú adecuado. La interfaz, aunque rápida, es un laberinto de opciones y configuraciones. En contrapartida encontramos funciones vistosas como sistema de iluminación ambiental, que ofrece innumerables colores y modos dinámicos que pueden incluso pulsar al ritmo de la música, una función más propia de la electrónica de consumo.
Detalles singulares
Una de las peculiaridades más llamativas del C10 es su sistema de acceso y arranque. El vehículo prescinde de una llave tradicional en favor de una tarjeta con tecnología NFC cuyo uso no es demasiado intuitivo. Para abrir el coche, es necesario acercar y mantener la tarjeta durante unos segundos junto a un punto específico del retrovisor exterior izquierdo que no dispone de ninguna indicación al respecto. Una vez dentro, para poder iniciar la marcha, hay que depositar esa misma tarjeta en la base de carga inalámbrica de la consola central, no basta con que la tarjeta se encuentre en el interior del vehículo como ocurre con las llaves electrónicas de otros modelos. Este proceso, que en teoría busca ser futurista, enmuchas ocasiones resulta engorroso, por ejemplo no es posible abrir el coche a distancia.
En el apartado de conectividad, el C10 también presenta una carencia bastante llamativa: la ausencia total de compatibilidad con Apple CarPlay y Android Auto. Es cierto que, una vez acostumbrados a la estructura de los menús, el sistema de información y entretenimiento es muy completo y funciona de forma impecable, aunque el sistema de navegación tenga algunas carencias e inexactitudes, pero el conductor moderno está ya acostumbrado a llevar ciertas funcionalidades de su teléfono móvil a la pantalla del vehículo. Sin embargo hemos podido saber que tanto los modelos nuevos de Leapmotor como los C10 fabricados a partir de junio de 2025 sí que serán compatibles con Apple CarPlay y Android Auto. En cualquier caso recomendamos consultar este dato.
El paquete de sistemas de ayuda a la conducción (ADAS), bautizado como LEAP Pilot, incluye un completo conjunto de hasta 17 asistentes. En muchos de los casos para que en este aspecto el coche tenga un comportamiento parecido a la mayoría de los modelos del mercado es necesario configurar algunas opciones para modular el número de avisos y el límite de tolerancia de los mismos ya que están calibrados de forma demasiado conservadora. Este elemento se añade a esa sensación que comentábamos de que parece que estamos más ante un producto de tecnología de consumo que de automoción y nuevamente y al parecer es algo que reclaman los conductores del país original de fabricación del C10. Pero aunque el apartado tecnológico se nos antoje un poco extraño para nuestos usos y gustos, el apartado sonoro nos ha gustado mucho. El sistema de sonido, compuesto por 12 altavoces, ofrece una calidad de audio notable y envolvente.
Arquitectura simple
La arquitectura mecánica del Leapmotor C10 en su versión 100% eléctrica apuesta por la simplicidad y la eficiencia de costes, una decisión de ingeniería que resulta clave para entender su competitivo posicionamiento en el mercado y su precio con pocos rivales en su categoría. El vehículo está impulsado por un único motor eléctrico síncrono de imanes permanentes, ubicado en el eje trasero, lo que le confiere una configuración de propulsión trasera poco habitual. Esta elección, frente a las más complejas y costosas configuraciones de doble motor y tracción total, es un claro indicativo de que el objetivo no es la máxima deportividad, sino un equilibrio pragmático entre rendimiento y precio.
El motor entrega una potencia de 160 kW, equivalentes a 218 CV, y un par motor instantáneo de 320 Nm. Estas cifras se traducen en unas prestaciones solventes para el día a día y el uso familiar. El C10 es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 7,5 segundos, un tiempo respetable que le permite moverse con agilidad en el tráfico y realizar adelantamientos con seguridad. La velocidad máxima está limitada electrónicamente a 170 km/h, una cifra más que suficiente para las vías europeas. En conjunto, su rendimiento es comparable al de las versiones de acceso de rivales directos como el Skoda Enyaq o el Nissan Ariya.
Para almacenar la energía, el C10 recurre a un paquete de baterías de fosfato de hierro y litio (LFP) con una capacidad bruta de 69,9 kWh. La elección de la química LFP, en lugar de las más densas en energía Níquel-Manganeso-Cobalto (NMC), responde también a una estrategia de contención de costes, ya que las baterías LFP son generalmente más asequibles y ofrecen una mayor longevidad en términos de ciclos de carga. La batería está integrada en la propia estructura del vehículo mediante la tecnología Cell-to-Chassis (CTC), que utiliza el paquete de baterías como un elemento estructural más, mejorando la rigidez torsional del conjunto y bajando el centro de gravedad. El conductor puede gestionar la entrega de potencia y la recuperación de energía a través de varios modos de conducción, generalmente denominados Eco, Confort y Sport. Estos modos alteran la sensibilidad del pedal del acelerador y el nivel de intensidad de la frenada regenerativa.
Sobre todo… confort
Al volante, el Leapmotor C10 deja claro desde los primeros metros cuál es su principal vocación: ofrecer el máximo confort posible a sus ocupantes. El comportamiento dinámico del vehículo está enteramente supeditado a este objetivo, resultando en una experiencia de conducción suave y relajada, pero carente de cualquier atisbo de deportividad a pesar de la aportación positiva de un chásis rígido y un centro de gravedad bajo como hemos comentado anteriormente por la disposición de las baterías.
En el entorno urbano, el C10 se mueve como pez en el agua, tal y como se espera de un eléctrico incluso del tamaño del C10. La entrega de potencia del motor eléctrico es instantánea pero muy lineal, lo que permite una conducción fluida y sin brusquedades. El silencio a bordo es notable lo que denota una buena insonorización del habitáculo, y la suspensión, con un tarado claramente enfocado al confort, filtra con eficacia la mayoría de las irregularidades del asfalto, como baches o tapas de alcantarilla. Algunas unidades de prueba han manifestado un leve ruido mecánico a velocidades muy bajas, casi de maniobra, un detalle menor pero perceptible.
Cuando abandonamos la ciudad y nos adentramos en carreteras secundarias con curvas, el C10 muestra sus limitaciones dinámicas. La misma suspensión que lo hace tan cómodo en ciudad se traduce en un balanceo perceptible de la carrocería al enlazar giros a un ritmo ágil. La dirección, aunque precisa, es muy asistida y poco comunicativa, aislando al conductor de lo que ocurre bajo las ruedas y no invitando a una conducción deportiva. No es un coche que se sienta torpe o inseguro, pero sí deja claro que su propósito no es atacar con agresividad las curvas, sino transitarlas con calma y serenidad. Es en este punto donde se percibe la mano de los ingenieros de Stellantis. Se sabe que el equipo europeo ha realizado ajustes específicos en la puesta a punto del chasis para adaptar el vehículo al gusto del conductor del continente, modificando elementos como los muelles, los amortiguadores y el software de la dirección para dotarlo de una mayor compostura de la que probablemente tenía en su configuración original.
Bien calibrado
El resultado es un coche que, sin ser dinámico o tener un comportamiento deportivo, evita la sensación de balanceo y cabeceo excesivos o de que el vehículo flota sobre sus amortiguadores en vez de apoyarse firmemente sobre ellos como es el caso, logrando un compromiso de confort muy bien calibrado. No en vano Leapmotor está utilizando para probar modelos como el C10 la pista de Balocco, un complejo en el que se prueban modelos de Maserati o Alfa Romeo y poder ajustar así su desempeño en carreteras con curvas, mucho más abundantes en Europa que en China. También los nuevos modelos de la marca recibirán el mismo tratamiento.
Es en la autopista donde el C10 brilla de verdad, posicionándose como un excelente vehículo para viajar. A velocidades de crucero, se muestra aplomado y muy estable, transmitiendo una gran sensación de seguridad. La insonorización del habitáculo, como adelantamos, está muy bien lograda, manteniendo a raya el ruido de rodadura y el aerodinámico, lo que, combinado con la extraordinaria comodidad de sus asientos, lo convierte en una máquina ideal para devorar kilómetros en largos trayectos. El control de crucero adaptativo funciona de manera suave y predecible, manteniendo la distancia con el vehículo precedente de forma eficaz, aunque el sistema de control de cambio de carril es menos sofisticado.
A pesar de sus excelentes cualidades como vehículo familiar y rutero, el Leapmotor C10 presenta algunas limitaciones para viajar en lo que respecta a la autonomía real y, sobre todo, la velocidad de recarga. Estas limitaciones técnicas son el principal peaje a pagar por su atractivo precio y una carrocería con una aerodinámica que debe mejorar. La cifra de autonomía homologada según el ciclo WLTP es de 424 km, un dato que, si bien no es sobresaliente, se encuentra en la media de su segmento. Sin embargo, como es habitual en los coches eléctricos, la autonomía en condiciones de uso real es sensiblemente inferior. En un uso mixto que combine ciudad y carretera hemos comprobado un alcance en torno a los 350 km mientras que en autopista a velocidad constante se acerca más a los 300 km.
Un inconveniente para los viajes: carga rápida
Sin embargo el problema principal es su limitada potencia de carga. En corriente continua (DC), el C10 admite una potencia máxima de apenas 84 kW. Esto implica que para realizar una carga estándar del 30% al 80% de la batería, se necesitan aproximadamente 30 minutos. En la práctica, esto significa que mientras el conductor de un C10 necesita media hora para recuperar unos 200 km de autonomía, el de un competidor puede lograr lo mismo en la mitad de tiempo o menos. Esta limitación obedece a la arquitectura del sistema eléctrico de 400 voltios, la gestión térmica de la batería, y las características propias del pack LFP.
Se ha diseñado así para asegurar una larga vida a la batería y abaratar costes. Por contra el diseño del sistema de carga rápida está diseñado para que sea más lineal que el de otros modelos de la competencia. Leapmotor prioriza una curva de carga sostenida en vez de ofrecer picos breves de alta potencia, lo que permite cargar durante más tiempo a valores cercanos al máximo declarado, aunque el proceso completo del 10 al 90% puede durar más respecto a otros modelos que ofrecen 120-150 kW en picos cortos.
Conclusiones
El Leapmotor C10 es un coche de contrastes que no deja indiferente y cuyo principal atractivo es sin duda un precio rompedor. Su aspecto tranquilo y quizás con poca personalidad esconde un coche que ofrece mucho por lo que pagamos, especialmente si consideramos su impresionante habitabilidad y confort de marcha, propios de un vehículo de lujo. De hecho si estas dos son nuestras prioridades es difícil pensar en un modelo que le pueda hacer sombra por lo que cuesta. Sin embargo tendremos que tolerar algunas peculiaridades, ninguna de ellas grave o que convierta al C10 en un coche no recomendable, pero que hay que tener en cuenta si nos interesa este modelo
El aspecto tecnológico por ejemplo deja algo perplejos, primando una altísima calidad de las pantallas y un hardware potente al diseño del software o de los menús en los que no se ha pensado del todo en la usabilidad o practicidad por lo que en ocasiones operaciones sencillas se tornan engorrosas. Detalles como la tarjeta de acceso y arranque son anécdotas pero no suman en la experiencia de uso del coche. Nos ha sorprendido el comportamiento del coche en carretera ya que lo esperábamos más torpe y sin embargo si manejo aunque son ser deportivo y tener una orientación muy marcada hacia el confort permite una conducción incluso alegre. Las conclusiones son muy positivas sobre todo mirando hacia el futuro ya que la voluntad de la marca es la de mejorar muchos de los aspectos negativos como la velocidad de carga rápida o la compatibilidad con Android Auto y Apple Car play que ya se ha anunciado que se van a mejorar y subsanar.
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