Los videojuegos son cada vez más caros. Esta es una realidad que nadie puede negar, ya que con la llegada de PS5 y Xbox Series S-Series X el precio subió de un máximo de 60 euros a un tope de 80 euros, y con el lanzamiento de Nintendo Switch 2 tendremos que pagar hasta 90 euros por algunos juegos en formato físico.
Esta tendencia a aumentar el precio de los juegos no va a cambiar. Con cada nueva generación se seguirán produciendo subidas que harán que los juegos sean cada vez más caros, una realidad que va a complicar el acceso y el disfrute de esta tecnología entre los usuarios con menos recursos, y que podría acabar disparando la popularidad de servicios como el Game Pass de Microsoft.
Con el Game Pass es posible acceder a una gran cantidad, y variedad, de juegos por una cuota fija al mes. Esto hace que sea muy asequible tener un amplio catálogo de juegos para nuestra consola o PC, y además los juegos disponibles van cambiando cada cierto tiempo para que el servicio se mantenga fresco, y para seguir siendo atractivo.
Sé que este es un tema que os preocupa, y la verdad es que llevo tiempo queriendo tocar el tema de la subida del precio de los juegos y de las consolas partiendo de un enfoque bien razonado, estableciendo una comparativa histórica y analizando si estas subidas están justificadas o no, y viendo dónde está el límite. Hoy ha llegado el día, poneos cómodos, que tenéis muchas cosas que leer.
Cómo ha subido el precio de los videojuegos y cómo afecta a los jugadores
Partiendo de los números que hemos visto al principio del artículo, podemos decir que los juegos de la generación actual son hasta un 28,57% más caros que los de la generación anterior, y en el caso de Nintendo Switch 2 tendrás que pagar hasta un 40% más por los juegos de esta consola comparando con los del modelo original.
Si hacemos números, la cosa no pinta bien. Estas subidas de precio son tan grandes que al comprar tres juegos por 80 euros estamos pagando un sobrecoste de 60 euros frente a la generación anterior. Esto significa que, con lo que hemos gastado, nos podríamos haber comprado cuatro juegos en vez de tres si estos hubieran mantenido el precio de la generación anterior.
Tendemos a menospreciar el impacto que tiene una subida de precio en los juegos de entre 10 y 20 euros, y lo hacemos porque no somos conscientes de lo que esto supone a medio y largo plazo, solo nos centramos en sus efectos a corto plazo.
Vamos a verlo con otro ejemplo, esta vez centrado en Nintendo Switch 2. Si compras seis juegos al año con un precio de 90 euros, en total habrás pagado un sobreprecio frente a la generación anterior de 180 euros (30 euros más por juego), lo que significa que podrías haber comprado tres juegos más si estos hubieran mantenido el precio de 60 euros.
Los videojuegos serán cada vez más caros, pero ahora mismo son más baratos que hace 30 años
Como he dicho, por desgracia todo parece indicar que el precio de los juegos va a seguir subiendo, y que con cada generación serán más caros. Los rumores que dicen que GTA VI podría costar 100 euros tienen ahora más sentido que nunca, pero en realidad este no sería el primer juego en costar esa cifra, de hecho en la historia de los videojuegos se han lanzado títulos mucho más caros si ajustamos el IPC a la época actual.
No necesito recurrir a Neo Geo AES y al prohibitivo coste de sus cartuchos para poneros varios ejemplos. Los juegos de Super Nintendo solían costar más de 10.000 pesetas en el momento de su lanzamiento, y los títulos triple A más importantes y más buscados normalmente rondaban las 12.990 pesetas. Uno de los juegos más caros en esta plataforma fue DOOM, un cartucho que costaba 14.990 pesetas, casi 90 euros al cambio en 1993.
Estos precios son de los años noventa, una fecha en la que el IPC estaba muy por debajo del nivel actual, lo que significa que si ajustásemos cifras a la época actual esos precios serían mucho más altos. Os pongo un ejemplo, una Super Nintendo comprada en 1992 por 20.000 pesetas (120 euros) costaría más de 40.000 pesetas con el IPC actualizado a 2020, es decir, 240 euros.
Si aplicamos esto a los juegos, ese DOOM comprado en 1993 con un precio de 14.990 pesetas habría doblado también su precio en 2020, lo que significa que costaría unas 30.000 pesetas, que equivalen a 180 euros en 2020. El precio sería todavía mayor con la subida del IPC ajustada a 2025, aunque no puedo daros un valor exacto.
Pagar 180 euros por un juego sería hoy una locura, pero esa era la realidad que teníamos en los años noventa con un ajuste de IPC entre fechas. En aquella época los videojuegos eran más caros, y los salarios mensuales de 100.000 pesetas estaban a la orden del día, así que la realidad de muchos jóvenes era que solo podían comprar, con mucha suerte, uno o dos juegos al año.
El precio de las consolas es otro problema
Y muy importante, porque con cada nueva generación no solo estamos viendo una clara subida de precio, sino que además se ha roto una tendencia que era básica para facilitar el acceso a una consola a los jugadores con menos recursos, la devaluación del hardware y la bajada de precio con el paso del tiempo.
En las anteriores generaciones de consolas, y hasta la llegada de PS5 y Xbox Series S-Series X, lo normal era que cada generación mantuviera su precio de lanzamiento estable durante un periodo de entre dos o tres años como máximo, con algunas ofertas intermitentes durante ese tiempo para generar mayor interés.
Una vez pasados esos dos o tres años se producía el lanzamiento de una versión más pequeña y económica de la consola original, que refrescaba el interés y permitía a los jugadores con menos dinero comprar esa consola. Por ejemplo, PS4 llegó al mercado en 2013 con un precio de 499 euros, y PS4 Slim fue lanzada en 2016 con un precio de 299 euros.
La diferencia entre ambas consolas fue de 200 euros, y esto fue clave para que muchos jugadores, entre los que me incluyo, nos decidiéramos a comprar esa consola de Sony. Sin embargo, con PS5 Slim ha ocurrido todo lo contrario, porque esta consola es más cara que la PS5 original en el momento de su lanzamiento.
PS5 fue lanzada al mercado en dos versiones, una con lector de discos y otra sin dicho lector. La primera tenía un precio de 499 euros, y la segunda costaba 399 euros. Hoy, casi cinco años después, el precio de PS5 Slim, una versión más pequeña y barata de producir, cuesta 549 euros en su versión con unidad óptica y 499 euros en su versión sin unidad óptica.
¿Qué supone esto para el consumidor? Pues que a pesar de que el hardware de PS5 se ha devaluado claramente, esta consola es hoy 50 euros más cara en su versión con unidad óptica y 100 euros más cara en su versión sin unidad óptica que hace cinco años, una auténtica tomadura de pelo que, sin embargo, no está impidiendo a Sony vender grandes cantidades de esta consola.
¿Por qué los videojuegos y las consolas son cada vez más caros?
Precio de las obleas de silicio hasta finales de 2023. Imagen: Dan Nystedt.
Hay varias razones que explican ese aumento gradual del precio de las consolas y de los videojuegos. Por un lado, es cierto que:
Los costes de desarrollo, incluyendo también los de marketing, son cada vez más altos, y esto afecta al precio final de ambos.
El coste de algunos componentes no deja de aumentar. Uno de los más importantes en este sentido es el precio de las obleas de silicio, clave para fabricar los componentes más básicos de una consola.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que hay otros factores que han contribuido a aumentar de forma artificial e injustificada el precio de consolas y videojuegos, como por ejemplo:
La especulación y la reventa, un problema con el que no han sabido lidiar ni las grandes marcas ni los principales minoristas.
La propia avaricia de las marcas, que se aprovechan de la situación del mercado, y de que los usuarios están dispuestos a pagar más por sus consolas y juegos favoritos, para disparar sus ingresos a costa de subir el precio utilizando excusas baratas.
Ese conjunto de factores explican de una forma realista por qué los videojuegos son cada vez más caros, y por qué las consolas también están subiendo de precio.
Uno de los mejores ejemplos lo tenemos en la reciente subida del precio de PS5 Slim sin unidad óptica. Esta consola es mucho más barata de producir que la original, sus componentes internos tienen un coste más bajo, y encima utiliza una APU fabricada en el nodo de 6 nm, que está totalmente maduro y que permite obtener más chips funcionales por cada oblea, lo que ayuda a reducir el coste de uno de sus componentes más importantes y caros.
A pesar de todo eso, y de la fuerza que tiene el euro frente al yen, Sony ha dicho que «por los desafíos de la economía» tiene que venderte una consola lanzada hace 5 años con un precio 100 euros más caro, y se queda tan ancha, porque sabe que los jugadores no van a tener más remedio que aceptarlo.
En el caso de los videojuegos, son más caros porque es cierto que los costes de desarrollo han aumentado, pero no en todos los casos, y también hay que tener en cuenta el impacto tan positivo que tiene a nivel de costes el formato digital, ya que nos ahorramos el disco, la caja, los elementos decorativos y los costes derivados del empaquetado y de la logística.
Por todo eso, lanzar un juego en formato óptico y físico al mismo precio es un insulto a los jugadores, porque el digital representa un coste mucho menor para la desarrolladora y para la distribuidora. A pesar de todo, ya hemos visto que a nadie la ha temblado el pulso a la hora de pedir 80 euros por un juego en formato digital, porque de nuevo saben que muchos jugadores van a acabar pasando por el aro.
Todo esto nos lleva a la última pregunta fundamental de este artículo, ¿dónde está el límite?
La respuesta es más sencilla de lo que parece, el límite está donde las empresas descubran que los consumidores ya no vamos a seguir pasando por el aro. Os pongo un ejemplo, con PS5 Pro en Sony se marcaron todo un «all in» con el precio de 799,99 euros, que es un auténtico disparate, y que supone un cambio de tendencia total frente a PS4 Pro, una consola que llegó al mercado al mismo precio que PS4 en su lanzamiento.
Si PS5 Pro no se vende como esperaba Sony, o si acaba siendo un fracaso, la compañía sabrá que no puede pedir ese dinero por una consola, y muy probablemente ajustará el precio de PS6 por debajo de los 800 euros. Por el contrario, si PS5 Pro es un éxito es muy probable que PS6 acabe costando como mínimo lo mismo que esta consola.
Lo mismo ocurre con los juegos, y de hecho lo hemos visto en varios casos en los que un juego lanzado a 80 euros no ha tenido éxito y en solo uno o dos meses ya ha estado disponible a mitad de precio en varias ofertas con bastante recorrido. Con el paso del tiempo al final han acabado quedando en franjas mucho más bajas, y algunos incluso se han regalado en PC a través de Steam, Epic Games Store o Good Old Games.
De todo esto debemos sacar en claro algo muy importante, y es que al final los que mandamos somos los consumidores, los jugadores. Si una empresa sube de forma desmedida los precios sin ofrecernos nada bueno o de valor a cambio, y si respondemos dándole nuestro dinero de la misma manera, esta empresa va a pensar que puede hacer lo que quiera, y seguirá subiendo los precios todo lo que pueda.
La entrada Los videojuegos son más caros que hace cinco años, pero más baratos que hace treinta años se publicó primero en MuyComputer.