En el mundo de la tecnología móvil, la transparencia suele venderse como virtud. Nothing, esa compañía que se presenta como la alternativa fresca y sincera frente a los grandes gigantes del sector, ha tenido un pequeño tropiezo que la coloca, precisamente, en la misma casilla de salida de la que tanto presume haberse alejado. Y es que sus unidades de demostración del Phone 3 mostraban fotografías que, lejos de ser captadas por la “comunidad”, resultaron ser imágenes de stock profesionales. Un detalle, digamos, demasiado pulido como para pasar desapercibido.
El hallazgo fue tan simple como incómodo: varias imágenes que aparecían en los terminales —una escalera, una farola, un cristal, una ventana y hasta el retrato de una mujer— estaban marcadas como supuestas capturas del nuevo smartphone. El problema es que esas fotos no provenían de ninguna cámara del Nothing Phone 3, sino del banco de imágenes Stills, con su correspondiente licencia. Vamos, que las muestras de cámara eran tan auténticas como una hamburguesa de plástico en el escaparate de un restaurante.
La compañía no tardó en reaccionar. Akis Evangelidis, cofundador de Nothing, explicó en Twitter que se trataba de un “desafortunado descuido”, con “ninguna mala intención”. Según su versión, las imágenes eran simples marcadores temporales que debían ser sustituidos antes de que los terminales llegaran a los puntos de venta. En otras palabras: la demo estaba vestida con traje alquilado para la ocasión, pero alguien olvidó devolverlo antes del estreno oficial.
El problema no es solo la equivocación en sí, sino la contradicción que encierra. Nothing se ha hartado de señalar a otras marcas por prácticas de marketing poco transparentes, y ahora ha terminado cayendo en la misma trampa. Lo que para otros sería un error molesto, en su caso roza lo tragicómico, porque deja en evidencia lo fácil que es pasar del discurso de pureza al catálogo de imágenes con copyright.
A la izquierda, imágenes supuestamente tomadas con el Phone 3. A la derecha, página de la fotografía en un banco de imágenes.
Por supuesto, Nothing no es la primera en cometer un desliz así. Samsung fue acusada de exagerar las capacidades de sus cámaras con fotografías de la luna que parecían más renders que capturas. Nokia, en su día, también presumió de estabilización óptica con vídeos grabados en condiciones que nada tenían que ver con un uso real. Al final, lo que ocurre con Nothing es que se suma a una larga lista de marcas que intentaron seducir con ejemplos que no eran lo que parecían. Y lo ha hecho justo después de criticar los mismos trucos.
Más allá del bochorno, lo cierto es que este episodio refleja la fragilidad de la confianza del consumidor. En un mercado en el que todos prometen la mejor cámara, el mejor zoom y la mejor nitidez, lo mínimo que se espera es que las imágenes de muestra sean reales. Cuando la ilusión se rompe con algo tan básico como una foto sacada de un repositorio de stock, el mensaje que queda flotando no es precisamente el de innovación, sino el de improvisación.
Al final, Nothing deberá recomponer su discurso y, sobre todo, asegurarse de que la próxima vez que presuma de imágenes captadas por su comunidad, esas fotos no vengan acompañadas de un número de referencia de banco de imágenes. La compañía todavía está a tiempo de revertir el daño y demostrar que sus cámaras son capaces de brillar sin necesidad de pedir prestada la luz de otro. Y quizá, la moraleja sea que en el sector tecnológico no basta con venderse como la “alternativa honesta”. Porque si detrás del cristal transparente se esconde una fotografía de catálogo, el reflejo termina siendo mucho menos original de lo prometido.
Más información e imagen de la galería de muestra del Nothing Phone y del banco de imágenes: The Verge
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