Seis de cada diez usuarios seguimos usando Windows 10 como sistema operativo principal en el escritorio informático. Y todo indica que así vamos a continuar hasta que no quede más remedio, hasta octubre de 2025, la fecha impuesta por Microsoft para cortar el soporte técnico gratuito y con ello dejar de ofrecer actualizaciones de seguridad.
Ahí llegará un punto de inflexión importante, al menos para los que sigan usando Windows, porque la opción de Linux, ChromeOS o saltar al macOS de Apple siguen siendo otras grandes alternativas a explorar. En Windows, las necesidades comerciales se impondrán y aunque tengas un equipo de suficiente capacidad y rendimiento tendrás que valorar si puedes seguir sin parchear los numerosos agujeros de seguridad que tiene un sistema usado por centenares de equipos.
Otra opción es ampliar el soporte con el programa oficial de actualización de seguridad extendida de pago (ESU). Una opción que puede ser útil en empresas, pero cuyo precio y enfoque se queda fuera de la gran mayoría de consumidores.
Expuesto lo anterior, ¿por qué sigo usando Windows 10? ¿por qué sigues usándolo tú? Hay razones técnicas y otras que tienen que ver con la propia experiencia, sensaciones y comodidad de uso. Y porqué no decirlo: que la alternativa que llega del último Windows no es -a nuestro juicio- superior. Repasamos algunas de esas razones.
No me termina de convencer Windows 11
Tres años después de su lanzamiento sigue siendo un quiero y no puedo. Ya dijimos en su momento que parecía un Windows 10.5 tuneado y aunque pensábamos que en el desarrollo podría mejorarse ello no ha sucedido. La inconsistencia de la interfaz se mantiene desde el primer día con apartados esenciales como la barra de tareas o menú de inicio sin terminar de rematar, como la percepción de que es más lento que Windows 10 en casi cualquier tarea.
Los intentos de mejora no han funcionado y tanta nueva y renovada versión han provocado una escalada de errores y fallos en cada actualización que ponen de los nervios al más calmado. Todo lo que ha ido llegando de las nuevas funciones de IA no han cambiado la situación e incluso ha echado para atrás a más de uno, mientras que la gestión de los requisitos de hardware ha sido un caos insuperable después de tantas idas y venidas de quien tenía que obligar a cumplirlos si eran tan importante como se decía. En Windows 11 hay más telemetría, más Bloatware y más anuncios. Y el sistema por defecto es menos personalizable que nunca. Demasiados contras que superan a algunos pocos beneficios que como desarrollo más moderno tiene.
Windows 10 simplemente funciona
Y enfrente un sistema que simplemente funciona. Prueba de ello y aunque también tuvo sus sombras en el lanzamiento es que diez años después de su llegada tiene una cuota de mercado superior al 60%. Estos años de actualizaciones, mejoras y correcciones de errores, lo han convertido en un sistema operativo sumamente estable y de gran rendimiento en cualquier escenario de uso. Microsoft decidió dejar de lanzar actualizaciones de funciones (para obligar a saltar a Windows 11) que lejos de ser perjudicial ha mejorado incluso su estabilidad. Lo mismo podemos decir de su compatibilidad con hardware y software que veremos más abajo.
Interfaz conocida
La interfaz de usuario de Windows 10 ha ido siendo mejorada en esta década de vida y hoy integra bastante bien todos sus componentes, mientras que la de Windows 11, a pesar de la «revolución» prometida, no acaba de funcionar. Aunque visualmente pueda ser más atractiva, por ejemplo en la presentación de las ventanas o en los iconos que cuentan con un pack renovado, parece increíble que otros componentes clave como el menú de inicio haya ido empeorando con la llegada de las nuevas versiones y lo mismo podemos decir de la barra de tareas. La de Windows 10 es bien conocida, cómoda para cualquier usuario.
Requisitos de hardware
Los requisitos de hardware de Windows 10 se mantuvieron prácticamente sin cambios frente a los anteriores. Ello confirmó la promesa de Microsoft de facilitar al máximo la actualización de equipos desde Windows 7 o Windows 8.1. El resultado es que ordenadores personales de diez-doce años (e incluso anteriores) funcionan sin problemas con Windows 10 y han podido ser aprovechados o con una inversión mínima, sea en un aumento de memoria RAM o la instalación de una SSD.
Todo lo contrario ha sucedido con Windows 11. Los requisitos fueron aumentados (muchos creen que inflados artificialmente y sin necesidad) y finalmente autohackeados por la misma Microsoft. El resultado ha sido un caos de noticias contradictorias y múltiples soluciones de hardware, CPUs especialmente, se han quedado fuera del soporte oficial cuando su rendimiento es sobrado para ejecutar el sistema operativo.
Sin interés en Copilot
La inteligencia artificial ha llegado para quedarse y puede ser muy útil en algunos escenarios. Microsoft ha introducido Copilot y otras funciones de IA en Windows 11. Aunque algunos usuarios pueden encontrarlas útiles, no añaden demasiado valor al flujo de trabajo diario de la mayoría. En cambio, han añadido un desorden innecesario y muchos consumidores han expresado su frustración por estas incorporaciones forzadas y que además terminan aumentando el precio de productos, véase portátiles o servicios como la misma Microsoft 365.
Además, el acceso a las funciones de inteligencia artificial se puede realizar vía web, aplicación o API, sin necesidad de estar tan integrado como para convertir un sistema operativo en IA. Por no hablar de que hay otros asistentes de IA de terceros que muchos usamos. ¿De verdad es imprescindible meter una tecla Copilot en los teclados de medio mundo o crear una plataforma Copilot+ para definir los que son o no PCs IA? Microsoft ha invertido una millonada en IA y vamos a tener Copilot molestando en cada interacción. Algunos siguen en Windows 10 porque no ven valor en las actualizaciones de funciones de IA, no quieren que estén habilitadas de manera predeterminada o porque usan otras soluciones IA que no sean de Microsoft.
Compatibilidad con software y hardware
Aunque en este apartado hay que reconocer que Microsoft hace un gran esfuerzo por mantener el inmenso ecosistema de Windows, un nuevo sistema operativo incluye novedades que pueden hacer que aplicaciones o componentes anteriores se queden atrás. Windows 10, hoy por hoy, es capaz de ejecutar todo el software disponible e incluye modos especiales para correr software de 32 bits o anteriores. Windows 11 no es malo en este apartado, pero sigue siendo inferior y la política de finalizar la vida útil va dejando atrás algunos componentes. Se pueden citar algunos periféricos o licencias de software vinculadas a un determinado sistema operativo.
Soporte disponible
Lo decíamos al comienzo. Windows 10 tendrá soporte hasta el 14 de octubre de 2025 y ello nos permite extender su uso al menos unos meses más. O adoptar Linux como sistema principal y dejar Windows 10 en un modo dual para juegos o tareas específicas siempre que tengamos presente que el sistema no tendrá parches de seguridad a partir de octubre. O saltar a macOS comprando una computadora de Apple.
Hay alternativas, si bien, si quieres seguir con los sistemas de Microsoft, no te va a quedar más remedio que actualizar a Windows 11. Siempre que se mantenga el proceso de actualización gratuita y que tu hardware sea compatible. La otra opción será comprar un equipo nuevo. Ello será en octubre. Por el momento, aprovecharemos Windows 10.
* Imagen de portada generada por IA.
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