Nos hemos acostumbrado a que Internet simplemente funcione. Entramos en una web, enviamos un mensaje, abrimos una app y todo responde con una fluidez casi mágica. Pero basta con que una pieza esencial de ese engranaje falle —aunque sea una que nunca hayamos visto— para que la red se tambalee. Eso ha ocurrido hoy. Cloudflare, uno de los pilares técnicos que sostiene buena parte del tráfico global, ha sufrido un fallo que ha provocado interrupciones en plataformas como ChatGPT, Twitter, Canva y muchas más. Un recordatorio inesperado de que el tejido digital que usamos a diario es más frágil de lo que parece.
Para entender el alcance del problema, primero hay que saber qué es exactamente Cloudflare. Se trata de una empresa especializada en servicios de red, con una función clave: proteger, acelerar y mantener accesibles millones de páginas web y servicios en línea. Lo hace a través de una red distribuida globalmente —una CDN o Content Delivery Network— que no solo almacena contenido en servidores cercanos al usuario, sino que también actúa como un escudo contra ataques informáticos, gestiona el tráfico y optimiza el rendimiento de las webs.
A nivel técnico, Cloudflare intercepta las conexiones antes de que lleguen al servidor de origen. Evalúa si la petición es legítima, si proviene de un bot malicioso o si forma parte de un ataque de denegación de servicio. En paralelo, ofrece soluciones de seguridad, equilibrio de carga, encriptación y análisis de tráfico. Muchas empresas —grandes y pequeñas— dependen de sus servicios para garantizar que sus plataformas estén siempre disponibles, seguras y rápidas. Esa misma centralidad es la que hoy se ha convertido en un punto débil.
La interrupción ha comenzado con una oleada de errores 500 visibles al intentar acceder a sitios populares como ChatGPT, X, Discord, Canva, y otros. Los navegadores mostraban redirecciones a una página llamada “challenges.cloudflare.com”, y muchos servicios simplemente no cargaban. Cloudflare ha reconocido rápidamente el problema y ha indicado que el fallo reside en su sistema de defensa contra bots, concretamente en el sistema de “challenging” que, por error, ha empezado a bloquear también el tráfico legítimo. En lugar de filtrar amenazas, el sistema se ha convertido en una barrera total.
El error ha sido especialmente problemático por su carácter estructural. El sistema de protección ha dejado de discriminar entre usuarios reales y ataques automatizados, lo que ha provocado que millones de conexiones hayan sido descartadas o bloqueadas sin justificación. Como resultado, incluso servicios redundantes y técnicamente sólidos han caído si estaban detrás de la red de Cloudflare. El impacto ha sido global, pero también desigual, dependiendo de las rutas de red y los niveles de protección configurados por cada cliente.
Más allá del incidente concreto, este tipo de caídas plantea una reflexión mayor sobre la concentración de servicios en pocas infraestructuras críticas. Que una sola empresa tenga tanto peso operativo pone en cuestión la resiliencia de la red, sobre todo cuando incluso errores internos pueden tener consecuencias tan amplias. Cloudflare ofrece un servicio valioso y eficiente, pero el episodio de hoy deja claro que la descentralización sigue siendo un objetivo pendiente para un Internet más robusto y sostenible. Recordemos, además, que no es la primera caída de este servicio esencial. Por ejemplo, en junio de 2022 ya te informábamos sobre otro fallo generalizado.
Aquí tenemos un recordatorio más de lo invisible que resulta la infraestructura que usamos cada día. Vivimos conectados a plataformas que parecen autónomas, cuando en realidad muchas de ellas dependen de una misma raíz técnica. Hoy, esa raíz ha temblado, y nos ha recordado que la Red no es una abstracción, sino un conjunto de sistemas físicos, complejos y muy humanos. Sistemas que, como todos, también pueden fallar.
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