Siempre he pensado que la figura del agujero negro es la respuesta definitiva a todo lo que no entendemos. Misteriosos, aterradores y a la vez hipnóticos, son como el equivalente cósmico a mirar el abismo… y que el abismo te devuelva la mirada. Nos han dicho hasta la saciedad que nada puede escapar de ellos, que una vez cruzas el horizonte de sucesos, tu destino está sellado. Y sin embargo, cada tanto, la naturaleza nos lanza un guiño y nos demuestra que, tal vez, no todo es tan absoluto como parece. Eso es precisamente lo que ocurrió con una estrella que sobrevivió, al menos en parte, al encontronazo con uno de estos devoradores cósmicos.
En 2018, el observatorio espacial Neil Gehrels Swift detectó un fenómeno que los astrónomos han catalogado como AT2022tsd. A simple vista, parecía otro evento más de los que se conocen como “interrupciones por marea”, un proceso brutal en el que una estrella se aproxima demasiado a un agujero negro y queda atrapada en su campo gravitatorio, siendo despedazada en un fenómeno apodado espaguetificación. La mayoría de las veces, este tipo de eventos terminan con la completa destrucción de la estrella. Pero esta vez, algo distinto ocurrió.
El estudio de este caso, publicado ahora y liderado por investigadores de varias instituciones, reveló una peculiaridad: la estrella no fue completamente devorada. Parte de ella logró sobrevivir. Este tipo de eventos, aunque raros, tienen una importancia vital para entender cómo interactúan los agujeros negros con su entorno. En este caso concreto, los científicos observaron que el estallido inicial del evento se desvaneció rápidamente, pero dejó una estela que, al ser analizada con telescopios ópticos y de rayos X, ofreció pistas de que algo del núcleo estelar había resistido.
Lo que ocurrió es un ejemplo de lo que se denomina interrupción parcial por marea. La estrella, en lugar de ser tragada por completo, perdió una parte significativa de su masa, pero su núcleo logró escapar, quedando en una órbita elíptica alrededor del agujero negro. Esta especie de “media muerte” cósmica no solo es fascinante desde el punto de vista teórico, también desafía algunos supuestos sobre la inevitabilidad gravitatoria en torno a estos objetos. Y lo mejor de todo: este remanente de estrella aún sigue ahí, dando vueltas como un superviviente testarudo.
El hallazgo no implica que se pueda escapar de un agujero negro una vez dentro del horizonte de sucesos. Eso sigue siendo, hasta donde sabemos, imposible. Pero en este caso, la clave está en que la estrella nunca cruzó ese límite. Se acercó peligrosamente, sufrió daños gravísimos, pero quedó justo fuera del punto sin retorno. Es como rozar el borde de un precipicio, resbalar… y aún así encontrar una rama a la que aferrarse. En términos astrofísicos, es tan improbable como poético.
Lo verdaderamente interesante de estos eventos es lo que pueden enseñarnos sobre la distribución de agujeros negros, sus masas, y cómo interactúan con su entorno estelar. Son también una ventana a la física extrema, al límite mismo de lo que la materia puede soportar. Y, por qué no decirlo, son también una historia de supervivencia, una epopeya estelar escrita con fuego, gravedad y tenacidad.
Así que sí, la próxima vez que alguien te diga que no se puede escapar de un agujero negro, puedes responder que, técnicamente, hay estrellas que casi lo consiguen. Que no todo está perdido, ni siquiera ante el abismo más absoluto del universo. Porque incluso en los confines más oscuros del cosmos, hay lugar para una pizca de resistencia.
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