Durante años hemos aceptado sin demasiadas preguntas que las plataformas saben lo que queremos ver. A veces aciertan, muchas otras no. Y sin embargo seguimos deslizándonos por feeds infinitos, dejando que un algoritmo —silencioso, omnipresente— determine nuestras prioridades. Por eso resulta casi extraño, incluso refrescante, que YouTube haya decidido ensayar algo tan simple y potente como preguntarnos directamente qué tipo de vídeos queremos. Un gesto pequeño, sí, pero que rompe con una norma no escrita: en la economía de la atención, tú consumes lo que la máquina decide.
La función en cuestión se llama Your custom feed y ha empezado a probarse de forma experimental en la app de YouTube. Si formas parte del grupo seleccionado, verás aparecer un botón junto al clásico “Inicio” en la pantalla principal. Al pulsarlo, el sistema te invita a escribir un breve texto —un prompt— indicando qué tipo de contenido te interesa ver. No hay que mantener una conversación ni rellenar formularios. Basta con teclear, por ejemplo, “vídeos de ciencia ficción sin spoilers” o “documentales de arquitectura japonesa”. A partir de ahí, la plataforma genera una página de inicio personalizada basada en esa instrucción puntual.
Lo interesante no es solo la novedad funcional, sino lo que representa. Hasta ahora, la lógica de recomendación de YouTube se ha basado casi exclusivamente en el historial de visionado, el comportamiento de navegación y los patrones de consumo. Esa estrategia, aunque eficaz en términos de retención, suele caer en bucles de repetición o asumir gustos permanentes a partir de intereses pasajeros. ¿Quién no ha terminado recibiendo semanas de vídeos sobre un tema que solo buscó una vez? En ese contexto, permitir al usuario modificar su feed de forma explícita y manual es un acierto en toda regla. No es solo una mejora: es una corrección.
Técnicamente, aunque YouTube no ha revelado los detalles del modelo que utiliza, todo apunta a un sistema de inteligencia artificial capaz de interpretar el lenguaje natural del usuario y traducirlo en criterios de recomendación. No se trata de un chatbot ni de un diálogo prolongado, sino de una entrada puntual que activa un nuevo modelo de feed. El sistema interpreta la intención del texto y reorganiza las sugerencias con base en esa preferencia. Es una forma más directa, más transparente y, sobre todo, más controlada de acceder al contenido.
Eso sí, como suele ocurrir con este tipo de pruebas, la disponibilidad es muy limitada. No todos los usuarios tienen acceso a la función, ni siquiera dentro del grupo Premium. YouTube ha confirmado que se trata de un experimento restringido, y por ahora no hay garantía de que se convierta en una herramienta permanente. La empresa invita a los participantes a probarla y enviar feedback, lo que sugiere que están valorando su impacto antes de tomar decisiones más amplias.
En paralelo, vale la pena preguntarse qué implica realmente esta apertura. Porque aunque la herramienta da voz al usuario, también representa una nueva forma de recopilar datos: no solo lo que haces, sino lo que dices querer. Esa diferencia, aparentemente sutil, es valiosa para entrenar futuros modelos y perfilar con mayor precisión el tipo de contenido que se sirve. En otras palabras: el poder de elección que se nos otorga también puede convertirse en una fuente más rica de información sobre nosotros.
Aun así, sería injusto no reconocer el valor del gesto. Que YouTube permita, aunque sea de forma limitada, que el usuario escriba su propia línea dentro del algoritmo, es algo más que una función experimental. Es una declaración de intenciones. Y en un paisaje dominado por recomendaciones invisibles, escribir lo que quieres ver es una forma —pequeña, pero significativa— de recuperar el mando. Aunque solo sea por un rato.
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