El iPhone 17 Air promete convertirse en uno de los dispositivos más singulares que Apple haya lanzado en los últimos años. Mientras otras marcas se esfuerzan por integrar la inteligencia artificial o reinventar el formato plegable, en Cupertino parecen decididos a llevar al extremo una idea que lleva años presente en su filosofía: cuanto más fino, mejor. Pero reducir el grosor a mínimos históricos conlleva sacrificios que, como veremos, no todos los usuarios estarán dispuestos a aceptar.
Según informa Wccftech, el diseño ultradelgado del iPhone 17 Air —con un grosor de solo 5,5 milímetros— ha obligado a Apple a tomar decisiones difíciles en cuanto al tamaño de su batería. Tanto es así, que durante las pruebas internas realizadas por la propia compañía, solo entre un 60 y un 70 por ciento de los usuarios conseguía completar una jornada entera de uso sin agotar la carga. En otros modelos recientes de iPhone, ese margen se sitúa habitualmente entre el 80 y el 90 por ciento.
Aunque no se han especificado los escenarios concretos de uso utilizados para estas mediciones, el hecho de que la propia Apple maneje esos porcentajes sugiere una experiencia de autonomía claramente inferior a la habitual. Como respuesta, la compañía estaría preparando una funda con batería integrada específicamente pensada para este modelo, con el objetivo de compensar sus limitaciones energéticas. Algo que resulta sorprendente, dada la poca predisposición mostrada siempre por Cupertino al uso de este tipo de complementos.
No se conocen por ahora detalles sobre la capacidad de este accesorio, su diseño final ni su precio. Tampoco se sabe si estará disponible desde el lanzamiento del dispositivo, aunque todo indica que formará parte del ecosistema de productos que Apple presentará este otoño. La delgadez extrema del iPhone 17 Air permitiría, eso sí, que la funda no resultara incómoda o voluminosa en el uso diario, al menos sobre el papel. Claro, que en tal caso, los usuarios tendrían que renunciar, al menos parcialmente, precisamente a esa extrema delgadez.
Más allá del impacto en la autonomía, un grosor tan reducido también plantea interrogantes en otros frentes técnicos: disipación térmica, resistencia estructural y espacio para componentes clave. A menor volumen físico, menor margen para gestionar el calor generado por el procesador, especialmente en tareas exigentes. Además, la rigidez del chasis puede verse comprometida, lo que obligaría a Apple a emplear materiales más caros o innovadores para mantener la integridad física del dispositivo.
El modelo, aún no presentado oficialmente, se espera para el mes de septiembre. Si bien Apple ya ha coqueteado en el pasado con diseños finos —como en las generaciones del iPod touch o en los MacBook Air más ligeros—, nunca había llevado esta apuesta tan lejos en un dispositivo que, como el iPhone, debe resistir un uso constante y variado a lo largo de todo el día.
Desde mi punto de vista, el iPhone 17 Air plantea una cuestión incómoda pero necesaria: ¿estamos dispuestos a renunciar a la autonomía real por unos pocos milímetros menos de grosor? El diseño puede ser espectacular, sí. Pero si hace falta una batería adicional para que el teléfono aguante hasta la noche, quizás haya que replantearse si esa delgadez extrema es realmente una virtud… o una concesión poco sensata.
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